Image: La maniobra de “ciudadanía” al descubierto

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Primera palabra

La maniobra de “ciudadanía” al descubierto

Por Luis María Anson, de la Real Academia de la Lengua

20 diciembre, 2007 01:00

Luis María Anson, de la Real Academia de la Lengua

Siete de cada diez españoles exigen que el Estado asuma las competencias de Educación. Eso dicen las encuestas más solventes. Los separatismos se nutren de un sistema educativo que distorsiona y manipula la Historia de España. Resulta atroz lo que en algunas comunidades se enseña a niños y adolescentes. Los padres lo saben.

En lugar de coger al miura por los pitones, el Gobierno se ha lanzado a la aventura de una asignatura nueva, "Educación para la ciudadanía", que, por muchas máscaras con que se desfigura, se trata sencillamente de formar a los niños en unos valores que les inclinen cuando cumplan 18 años a votar socialismo. El Gobierno actual está haciendo lo mismo que Franco con su Formación del Espíritu Nacional. Es la tentación totalitaria del poder. El dictador lo hizo impunemente. Como España es hoy una democracia, las denuncias de la maniobra zapateresca han puesto en la picota al presidente del Gobierno.

La educación es una de las claves de la Cultura, así es que la nueva asignatura adulterará de forma perniciosa las manifestaciones literarias y artísticas. Mientras en la Europa occidental se encendía el abstracto, la educación totalitaria en la Unión Soviética y las naciones satélites por los rusos dominadas, imponía el gusto por un realismo trasnochado y anacrónico. La nueva tropelía educativa, del mismo jaez que la perpetrada por el dictador Franco, está produciendo una fuerte reacción ciudadana. Los objetores de conciencia ante "Educación para la ciudadanía" superan ya los 25.000 y eso que la asignatura sólo se imparte por el momento en la mitad de España. Los padres no quieren que adoctrinen a sus hijos desde el poder político.

Si revelador resulta el dato de la creciente objeción de conciencia, no menos significativa es la reacción europea. Asociaciones educativas de dieciséis países se han manifestado abiertamente contra el riesgo de que en España se implante una educación ideologizada y politizada. Instituciones de Noruega, Bélgica, Italia, Croacia, Francia, Luxemburgo, Alemania, Polonia, Eslovaquia y Portugal, entre otras naciones, han firmado un documento en el que expresan la alarma ante lo que se perpetra en España, reafirmándose en la defensa de los derechos humanos. Hay conciencia clara de que lo grave no es lo que se ha desencadenado ahora. Lo grave es lo que ocurrirá dentro de unos años cuando se baje la guardia ante una asignatura cuyo objetivo es nítidamente político. Los contenidos actuales se han producido con cautelas que el tiempo hará desaparecer. Se cuenta con la pasividad del ciudadano para consumar, poco a poco, los propósitos de una tórpida maniobra albañal.

Fuera máscaras, en fin. Terminemos con las veladuras, los equilibrios, los embustes. Los españoles no son unos pardillos a los que se pueda engañar. Lo que pretende el Gobierno con "Educación para la ciudadanía" es llevar a la cesta de los votos socialistas los futuros sufragios. Lo demás es palabrería, tórpidas mentiras, retorcidos disimulos. Y si algunos tienen libertad para poner en marcha la maniobra, otros utilizamos esa misma libertad para denunciar el desastre general que, hoy por hoy, en sus líneas generales, en escuelas y universidades, supone la política de Educación implantada por el socialismo pues la "Educación para la ciudadanía" es sólo la punta del iceberg de la catástrofe educacional tan certeramente denunciada, por cierto, por ese intelectual admirable, respetado profesor universitario, que es Francisco Rodríguez Adrados.

Zigzag

He tenido la suerte de conocer a Picasso, a Miró, a Dalí, a Chillida, a tantos pintores y escultores que han encendido el arte español en las últimas décadas. Privilegios de la profesión. Recuerdo siempre de forma especial a Manuel Rivera. Es uno de los grandes de la pintura del siglo XX. Fue también un personaje humanamente excepcional. Al leer su libro de Memorias (1928-1971), adornado con textos certeros de García Montero y Juan Vida, se me agolpan los recuerdos de tantas noches de conversaciones interminables en las que el pintor se albriciaba de sabiduría. Manolo Rivera no sólo hacía lo que sabía sino que sabía lo que hacía. Era un regalo para el buen gusto artístico oírle hablar. Rafael Alberti, que conocía la pintura a fondo, le admiraba. En mi casa recitábamos versos hasta la madrugada y en un teatrillo que tengo en el sótano, Aitana Sánchez-Gijón estrenó para Rafael Venus y Príapo, que había ilustrado Rivera, y José Luis Pellicena La arboleda perdida. Inolvidables noches de arte y poesía. Mary estaba siempre presente como un sueño de amor y melancolía. Manolo pidió una noche al poeta que le hiciera un prólogo para una exposición. Rafael me pidió un papel y con un rotulador escribió: "Pintor de espejos azules, sonando siempre en Granada, en los jardines tranquilos, sobre el agua. Va el agua diciendo un nombre, Manuel Rivera se llama". Publiqué el verso en una doble página de ABC. Era el retrato exacto de la obra y del alma de Manolo Rivera, inolvidado ahora en el recuerdo, compañero del alma, compañero.