Image: Picasso el grande

Image: Picasso el grande

Primera palabra

Picasso el grande

Por Luis María Anson, de la Real Academia Española

14 febrero, 2008 01:00

Luis María Anson, de la Real Academia Española

Me ha hecho sonreír lo que ha declarado Maya Picasso, la hija que más tiempo vivió con el pintor: "Todo el mundo que se cruzó con Picasso quiere tener algo que contar". Cuando un genio muere, personas que apenas tuvieron roce con él proclaman la profunda amistad que les unía. A Neruda le salieron amigos íntimos como estrellas de mar cuando en 1973 el cáncer le arrancó de su vida intensa para ser enterrado allá en Isla Negra frente al océano Pacífico, junto a las olas que baten contra las roquedas y que un día le trajeron el tablero sobre el que escribía tras desbastarlo con sus manos de artesano carpintero. Aparte de la fugaz amistad con Lorca, y poderosa, el autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada tuvo un gran amigo en España: el pintor José Caballero. Sé muy bien lo que digo. En todas las conversaciones que mantuve con Neruda, incluso en las tertulias en su casa de Isla Negra, con Matilde, con Sara Vial, con Alicia Eguren, con Inerma Codina, con Thiago di Melo, con tantos otros, el nombre de referencia en España era el del pintor José Caballero. Cuando visité a Delia del Carril, muerta ya Matilde, de quien hablamos fue de Caballero. Tenía, por cierto, "La hormiguita" 101 años y la visité en compañía de ese sueño chileno que se llama María Angélica Bulnes.

Tuve amistad con Neruda pero no con Picasso. Estuve en dos ocasiones con él y consumí a su lado muchas horas. La primera vez profesionalmente para hacerle una entrevista. La segunda, invitado por él, para conversar. Yo era un jovencito, tal vez un poco impertinente, que estaba al lado de Don Juan y contra Franco. Y que amaba y sigo amando la pintura. En ambas ocasiones acudí a ver al genio en compañía de Luis Miguel Dominguín, torero de época con el que me siento en deuda porque me pidió que presentara su libro de memorias, le dije que sí, se anunció en el programa y luego no pude hacerlo por obligaciones surgidas ese día de carácter ineludible. Muchos años después me ocurrió lo mismo con el libro de Lucía Bosé, ya es mala suerte, cuando sentía gran afecto por el torero, la admiro a ella y a su hijo Miguel y adoro, claro, a Bimba, la modelo iluminada en el país de las maravillas y David Delfín.

Entre la inagotable bibliografía picassiana, quiero destacar ahora dos libros especiales: Picasso y sus mujeres y Picasso íntimo, de Antonio D. Olano. El gran periodista describe en esas obras al Picasso que fugazmente yo conocí y que se me escapa en otros libros, aunque alguno de Palau i Fabre es excelente. Olano lo retrata como una pintura cubista, de forma certera, con todas sus virtudes, que eran muchas y extraordinarias, y con todos sus defectos que, la verdad, no eran pocos.

Escribo estas líneas tras el asombro que me ha producido su exposición en el Reina Sofía. Ahí está en su conjunto Picasso el grande, el hombre más importante que ha dado el siglo XX tras Churchill. Y no me olvido al hacer esta afirmación de Chaplin, de Stravinsky, de Einstein, de Heidegger, de Juan Pablo II, de Le Corbusier, de Gandhi…A los críticos de El Cultural ha correspondido hacer el análisis de la exposición. Deliberadamente renuncio a la crítica de lo que en Madrid se expone. Pero si pusiéramos un espejo delante de la pasada centuria, éste nos devolvería la imagen de Pablo Picasso. Todo el temor y el temblor del siglo XX, todas las atrocidades de las guerras, los guernicas, el holocausto, los dictadores totalitarios desde Stalin a Pol Pot, desde Franco a Pinochet, toda le explosión de la belleza, del arte, del cine, de la ciencia, de la tecnología, del espacio, de la relatividad y los agujeros negros, todo, todo está en la pintura de este malagueño universal, de este español genial, de aquel hombre de los ojos como rayos láser que se llamó Pablo Picasso, Picasso el grande, el pintor que tuvo ante él, genuflexo, al entero arte de toda una centuria.

En pintura, el siglo XV es Leonardo; el XVI, Miguel ángel; el XVII, Velázquez y Rembrandt; el XVIII, Goya; el XIX, Turner; y el XX, Picasso. El pintor del siglo XXI será el que, sobre los estratos geológicos-pictóricos de Leonardo, Miguel ángel, Velázquez, Rembrandt, Goya, Turner y, sobre todo, Picasso, sea capaz de construir su pintura sintetizando en ella el mundo globalizado que se está desarrollando ya ante los ojos atónitos del hombre domesticado en la aldea global de McLuhan.

Zigzag

Ni elucubraciones imaginativas ni teorías deslumbrantes. El ensayo, hoy, es cada vez más la monografía científica. La especialización se impone. Redacto estas líneas después de leer un libro interesante: Las criptas de la crítica. Núria Perpinyà ha escrito un ensayo en el que recorre veinte interpretaciones de la Odisea para dejar claro las diferencias, a veces profundas, de la crítica literaria. José Carlos Fernández Corte y Josefa Cantó Llorca han publicado una introducción a la Metamorfosis de Ovidio que ha despertado en mí muy varias reflexiones. Se trata, en efecto, de una monografía científica de primer orden. Y José Enrique Ruiz-Domènec ha estudiado a Bowra, el autor de Introducción a la literatura griega. Su trabajo es penetrante.