Image: Umbral, poeta en vilo

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Primera palabra

Umbral, poeta en vilo

por Luis María Anson, de la Real Academia Española

24 julio, 2009 02:00

Luis María Anson, de la Real Academia Española


Fue un reguero de dioses y palabras, un bordoneo de metáforas y adjetivos, que quebraba a veces a sedas, a veces a hachazos. Después de Ortega, y junto a Valle, la mejor prosa del siglo XX español. Lo escribí muchas veces en vida: era el mejor de todos nosotros. Lo repito ahora. Deja para la historia de la Literatura una prosa poética encendida de endecasílabos, incendiada de hallazgos audaces. Pero no fue un poeta. Dios le sustrajo, como a Cervantes, ese don. Y él lo sabía. Por eso, tras Crímenes y baladas, el libro que le preparó mi admirado Florencio Martínez Ruiz, un sabio de la crítica y las letras, Umbral no quiso publicar más versos, salvo algún poema aislado en EL Cultural. Paco Umbral no era un dramaturgo. Su balbuceo teatral junto a Carlos Luis álvarez resultó un fracaso. Se defendió como novelista y ensayista. Es el número uno como memorialista. Se encuentra, además, entre los más grandes del articulismo periodístico. Pero no es un poeta.

He leído muy detenidamente el libro Obra Poética que ha preparado Miguel García Posada. Hay versos sueltos que son relámpagos. Hay algún poema como "Tristeza" que sobrecoge. Hay aciertos deslumbrantes. Hay ráfagas de Neruda y Alberti, tal vez de Borges. Se enredan los poemas de Francisco Umbral en las raíces de Valle Inclán, de Juan Ramón, de Rubén, incluso de Bécquer, Lorca lejano y solo. Y sobre todo de Quevedo. Miguel García Posada, que es por cierto un escritor excelente, superior a Umbral como poeta, ha estudiado a fondo las lecturas y las adherencias del autor de Mortal y rosa.

Ha hecho bien García Posada en publicar el libro. Seguramente a Paco no le hubiera gustado, y prueba de ello es que no lo hizo, pero su lectura resulta imprescindible para los investigadores que quieran conocer la completa dimensión del gran escritor. "Perfumaba mi cruel adolescencia con los versos de Alberti, masticados", escribe rendido de admiración, para hablar luego de Picasso, "con sus garfios de navío"; de Joan Miró, "conversador de los espacios"; de Grau Santos, "la revolución alegre de la vida"; de Chillida, "bosque oxidado entre sus seres solitarios"; de Bardem, el grande, Juan Antonio, "hijo de tantas guerras… de un vivir humillado"; de Pedro Almodóvar, "la sangre en los tacones"; de Sara Montiel, "eres de pan y cielo rojo, eres de tiempo quieto, harina hembra, eres sol y silencio, como un pueblo, miriñaque de espigas o una arroba de vino entre las piernas, eres de loza antigua y sementera"; de Agatha, "amo los besos que te pintas en la cara"; de Baudelaire, "tristes jornadas del fantasma gris"; de Kafka, el "inteligente cadáver"; de Cela, "tremedal caído", "qué grieta de hombre"; de Cernuda, "corazón de ónix"; de Fernán Gómez, "abroquelado de silencios"; de Inma del Moral, "arboleda rubia", "adolescente risa, alegría numerosa", "amor inesperado". De Doña Sofía, "blanca y delgada, rubia y triste como una Reina dibujada, oro de ley el denso pelo, oro de ley el alma clara".

Los paisajes de la tierra y del alma de Francisco Umbral desfilan, abiertos en canal, por este libro que es una herida que sangra ahora tras la muerte del poeta.

ZIG ZAG

Si me preguntaran por los seis grandes pintores del siglo XX español me costaría mucho excluir porque las listas de los mejores son casi siempre una trampa. Picasso, a la cabeza. Tras él, Miró, Gris y Dalí. Después, Sorolla y Sert. Pero Tapies no debería estar ausente entre los más grandes. El éxito abrumador de la exposición de Joaquín Sorolla en el Prado y, sobre todo, la contemplación de la luz que estalla en sus cuadros, consolidan al artista entre los más grandes pintores del siglo XX. Ciertamente, su pintura coincide con el desarrollo del cubismo y el nacimiento del abstracto. Sorolla, que es contemporáneo de Léger y Kandinsky, está fuera de las inquietudes vanguardistas de su tiempo. Pero su calidad lo arrolla todo. Por eso su obra gana prestigio y cotización cada día.