Luis María Anson



Dos páginas y media de apretada prosa dedica el riguroso crítico Michael Kerrigan en The Times Literary Supplement a la Antagonía de Luis Goytisolo. Se trata de un trabajo meticuloso, inspeccionador, de cirujano con el bisturí en ristre. El crítico se ha leído a fondo las 1.212 páginas de la novela y no puede disimular ni su asombro ni su admiración. Sin perder el rigor ni tampoco la contención en el elogio, habla de "la gloriosa inventiva del autor", subraya "la estatura artística de la tetralogía", la "exquisitez en los detalles", la descarga del humor, la "robusta arquitectura literaria" de la obra. Michael Kerrigan compara Antagonía con una catedral gótica y recuerda que Luis Goytisolo empezó a escribir su gran obra de forma secreta en la cárcel, en mayo de 1960 (en un rollo de papel higiénico, por cierto, en su celda de aislamiento) y la concluyó en junio de 1980.



La crítica especializada, con Claude Simon a la cabeza, ha situado a Antagonía entre la media docena de grandes novelas del siglo XX junto a El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell; En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust; Ulises, de James Joyce; El hombre sin atributos, de Robert Musil, o Retrato del artista adolescente, también de Joyce.



Hace un año dediqué una Primera palabra a la reflexión sobre Antagonía. Me complace comprobar hasta qué punto ha calado la calidad de la novela en la crítica internacional. Una veterana periodista que reside en Estocolmo, con la que mantengo amistad desde los años mil, me ha asegurado que se habla de Luis Goytisolo para el premio Nobel de Literatura en el entorno de la Academia sueca. No me extraña. Antagonía está en la vanguardia de la creación novelística y responde a la idea que tiene Goytisolo de la novela como género invasor que se desborda en el ensayo o en el periodismo. La independencia de juicio le ha llevado al gran novelista a elogiar a Borges y a Rulfo y a fustigar a García Márquez y a Carlos Fuentes. "Lata nostra" llamó a Terra nostra. Tal vez sin razón, ningunea a Francisco Umbral y, como novelista, a Valle-Inclán. Y, según recordé hace un año, tritura a otro novelista de fama mundial al asegurar que su cultura se reduce a "que de chico leyó diversos libros de la colección Araluce".



Recuento, Los verdes de mayo hasta el mar, La cólera de Aquiles y Teoría del conocimiento integran la tetralogía Antagonía que Michael Kerrigan, en una de las publicaciones literarias más prestigiosas del mundo, considera entre las grandes creaciones de ficción de la última centuria. Como Luis Goytisolo no pertenece a ninguno de los circuitos literarios que alimentan y sostienen las famas en España, sino que permanece ferozmente solitario, será difícil que aquí, en su tierra, se reconozca en su debida dimensión el alcance de su obra. Otra cosa es en Estocolmo, donde vuelan los pájaros azules más independientes hacia la región, como diría Vicente Aleixandre, donde nada se olvida.



ZIGZAG

Albert Boadella ha acertado de lleno al dar refugio en los Teatros del Canal a La Guindalera. Desde hace muchos años, una parte considerable de lo mejor que se ha presenciado en la escena madrileña ha venido de la mano de Juan Pastor y Teresa Valentín-Gamazo. La crisis económica no podía sumergir en las aguas del naufragio general a La Guindalera, donde, año tras año, una actriz de especial delicadeza, María Pastor, ha triunfado con obras difíciles y comprometidas. La vocación teatral de la familia Pastor se alza sobre la crisis y en los escenarios del Canal brillará como siempre su sabiduría literaria. Las compañías alternativas o de cámara, como La Guindalera, contribuyen de forma decisiva a que Madrid sea hoy una de las cinco grandes capitales del teatro mundial, junto a Nueva York, Londres, París y Buenos Aires, con Berlín y Shanghai oteando ya el horizonte.