Image: La mayor vergüenza del Occidente cristiano

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Primera palabra

La mayor vergüenza del Occidente cristiano

Por Luis María Anson, de la Real Academia Española Ver todos los artículos de la 'Primera palabra'

1 marzo, 2013 01:00

Luis María Anson


Su Majestad Cristianísima el Rey de Francia, Su Majestad Católica el Rey de España, los Monarcas de Inglaterra, Portugal y Holanda se dedicaron durante varios siglos al tráfico de esclavos. Cazaban a los negros, y no hay exageración verbal, en el África occidental. Después los trasportaban en las ergástulas de los barcos negreros hasta América y allí los vendían para que realizaran diversos oficios serviles, algunos de extraordinaria dureza. La inmensa tropelía histórica no fue una anécdota. Se extendió durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Entre veinte y cien millones de esclavos fueron trasladados de África a América por la crueldad del blanco occidental, responsables los Reyes europeos, porque no se trataba de la aventura o el delito de algunos facinerosos. Eran los Monarcas cristianos los beneficiarios de la mayor vergüenza histórica de la Europa culta e ilustrada. En tiempos de Isabel II, todavía se comerciaba con esclavos en Puerto Rico. La "democracia" de los Estados Unidos de América padeció a mediados del siglo XIX una atroz guerra civil para la abolición de la esclavitud. Hasta 1865, a los estadounidenses se les llenaba la boca hablando de "democracia", pero tenían esclavos. Al Emperador del Brasil Pedro II le costó el trono su pretensión de eliminar el tráfico de negros. Militares, aristócratas y terratenientes reaccionaron frente a la decisión del Monarca de abolir la esclavitud y le destronaron. En mi libro La Negritud me refiero de forma minuciosa a la página más oscura del Occidente cristiano.

Por eso he leído con especial interés la obra de Reyes Fernández Durán La Corona española y el tráfico de negros. La autora no entra en valoraciones religiosas, éticas o morales. Se limita a aportar un arsenal de datos que explican cómo se hacia el tráfico de esclavos, qué compañías intervenían, qué moneda utilizaban, cuánto se pagaba por la mercancía, qué beneficio obtenía el Rey de España o el de Francia o el de Inglaterra por cada tonelada de carne humana. Desde el monopolio inicial que ejerció el Monarca español hasta el libre comercio vertebrado sobre la South Sea Company británica, Reyes Fernández Durán aporta datos relevantes no solo sobre la venta de esclavos sino también sobre la legislación que la amparaba, así como la educación, trata y ocupación de los negros en las Leyes de los Reinos de Indias, los códigos negreros francés y británico, e incluso la actividad de la Inquisición en la venta y asiento de los africanos endrinos. Una vergüenza inacabable que se prolongó cuatro siglos.

Cada seis meses, explica la autora de este libro revelador, la compañía encargada de consumar la gran tropelía estaba obligada a pagar los derechos del comercio de esclavos en la corte de Madrid. La unidad de cuentas española era el real de vellón que se componía de 34 maravedís. El real de a ocho, el peso escudo o el hard dollar se establecieron de forma oficial para la compraventa de esclavos, con especificación de su peso y equivalencia. "En el Archivo de Simancas -escribe Reyes Fernández Durán- se encuentra un resumen del Estado de la Quenta de Derechos de Esclavos con la Compañía de Asiento desde 1 de enero de 1731, hasta fin de diciembre de 1734. En este resumen está anotado, en la unidad de cuenta, reales de vellón, lo que debía de pagar la compañía por los negros introducidos y los sueldos que se le había ordenado abonar a los embajadores y a otras personas durante cuatro años".

No estamos en el Egipto de los faraones ni en la Roma de los césares y los emperadores. Estamos en la Europa culta del siglo XVIII, en la Europa cristiana, católica o protestante, que imponía sus códigos morales. Pero el tráfico de esclavos se hacía sin tapujos ni veladuras, como una práctica comercial más. El Occidente cristiano no ha pagado todavía la factura histórica de tanta sangre derramada en las cacerías de negros en África, de tantas familias despedazadas, del sufrimiento de los esclavos aherrojados en las ergástulas de los barcos, navegando hacia un destino desconocido, a miles de kilómetros de la patria perdida, para padecer bajo el rebenque del blanco la crueldad a veces indescriptible de la esclavitud en América. El libro de Reyes Fernández Durán constituye una aportación imprescindible para el estudio de la mayor vergüenza histórica del Occidente cristiano.