Image: Rajoy o el desprecio por la cultura

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Primera palabra

Rajoy o el desprecio por la cultura

12 abril, 2013 02:00

España se mueve entre los puestos 12 ó 14 del mundo como potencia económica. Como potencia cultural, entre el tercero o el cuarto, y si sumamos el área del idioma español disputaría el lugar de cabeza al ámbito sajón.

Ante esta realidad incontestada, Mariano Rajoy se pasó por el arco del triunfo la presencia cultural de España en todo el orbe y suprimió el ministerio de Cultura. En los 15 meses que lleva de Gobierno no se le ha visto en un teatro, en una exposición independiente, en el estreno de una película de relieve. Tampoco en la Real Academia Española. Su desprecio por la cultura se acentuó cuando elevó el IVA hasta el 21%. Albert Boadella, que es un hombre muy inteligente, que se distingue por su seriedad y su espíritu constructivo, que fue siempre un auténtico provocador en la vanguardia, ha golpeado a Mariano Rajoy con la frase certera: “Las revistas porno tienen el 3% de IVA y representar a Lope de Vega, el 21%”. Demoledora reflexión, que al presidente del Gobierno le entrará por una oreja y le saldrá por la otra, sin romperla ni mancharla. El aroma del incienso que en su loor encienden todos los días Soraya y Dolores en Moncloa le ha hecho perder el olfato cultural.

En un espléndido artículo, Pedro J. Ramírez escribió: “Nunca ha habido en Moncloa un gobernante tan distante de todos y de todo, tan alejado de la sociedad civil, tan desentendido de los problemas sectoriales, tan incomunicado de los españoles, tan ajeno a los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa. Ni está en la calle ni habla con la gente ni va al teatro ni organiza cenas interesantes -tampoco aburridas- ni se implica en debate ni controversia alguna”.

La losa del 21% con que ha cargado los hombros del mundo de la cultura está produciendo estragos, sobre todo en el teatro, también en el cine. Noruega carga al teatro con un 0% de IVA; Francia, con el 2,1%; Suiza, con el 2,5%; Grecia, con el 6,5%; Alemania, con el 7%; Irlanda, con el 9%; Italia, con el 10%. Albert Boadella lo ha recordado desde la independencia incuestionable que le caracteriza. Mariano Rajoy no tiene conciencia clara de que no ganó las elecciones generales. Las perdió Zapatero. Las ocurrencias y despropósitos zapatéticos dejaron in púribus a Rubalcaba ante los electores. Tras su victoria, Rajoy se entregó con entusiasmo a la política de los tres monos de Nikko: “no ver nada, no oír nada, no decir nada”.

Si el presidente del Gobierno abandonara por un día su silla curul y se fuera, por ejemplo, al Microteatro por Dinero, palparía la realidad de la vida española en estos momentos. Tal vez me equivoque: pero no veo la menor probabilidad de que Rajoy se desperece de su letargo cultural y atienda las manifestaciones que arden en el mundo de las artes y en la república de las Letras. Sería injusto no reconocer las cualidades del presidente del Gobierno y sus aciertos en política exterior. Pero su pasividad cultural le pasará factura porque, como escribió luminosamente Gramsci, sobre la estructura del poder político existe una superestructura decisiva que es la cultura, desde los periódicos murales hasta las instalaciones de la última vanguardia. Cualquier día, en fin, se dará cuenta el presidente de que los monos de Nikko también saben saltar y morder.

Y termino esta Primera palabra citando a Pedro J. Ramírez: “Podría ser, pues, hasta saludable que al cabo de 35 años de democracia haya un jefe de Gobierno que se fuma igual de bien su puro si a toda la prensa le va de mal en peor. El único problema es que, por lo que vengo observando, eso mismo le ocurre con las empresas del Ibex y las pymes, con las organizaciones de autónomos, con los intelectuales, con los cineastas, con las academias, con las víctimas del terrorismo, con los rectores de universidad, con las asociaciones de jueces y fiscales, con los agricultores y ganaderos, con los perjudicados por las preferentes, con los sindicatos médicos, con los padres de alumnos, con los defensores del español, con los científicos e investigadores, con los músicos, con las grandes superficies, con el pequeño comercio, con las uniones de consumidores, con los cazadores y pescadores, con los actores, con las casas regionales, con las escuelas de negocios, con los artistas plásticos, con los dueños de bares y restaurantes y con las cofradías de la Semana Santa".