Estados Unidos, segunda nación hispanohablante
Al finalizar este año, el número de hispanohablantes en los Estados Unidos de América rozará los 55 millones. Apabulla la cifra. Tras la apoteosis mexicana, la primera potencia del mundo se encarama en la plata del podio idiomático español, con todo lo que eso significa económicamente, políticamente y, sobre todo, culturalmente.
Entre los estadounidenses de habla inglesa que estudian idiomas, más del 80% eligen el español. El francés, el italiano, el chino, el portugués, el alemán, el japonés caminan tras el idioma de Cervantes y Neruda a larga, larguísima distancia. Aún más: una estadística solvente anuncia que Estados Unidos será el primer país hispanohablante del mundo en el año 2050. No creo que México se deje arrebatar ese lugar de privilegio pero, en todo caso, habrá que convenir la fuerza del idioma castellano en la nación que rige el mundo, lo que se confirmará en la próxima elección del presidente que albergará la Casa Blanca.
Especial interés tiene el análisis de los idiomas que aprenden los estudiantes en todo el mundo. El inglés arrolla, pero, tras él, resulta que alemanes y suecos, japoneses y chinos, eligen el español como siguiente idioma. A pesar de la orfandad política de nuestra lengua, con la excepción de un Instituto Cervantes politizado y zarandeado por el nepotismo y el enchufismo del partido de turno en el poder, la realidad es que el español se abre camino gracias a la simiente que sembró España en las naciones iberoamericanas.
El inglés es, como el latín en la Edad Media, la primera lengua internacional del mundo. Los líderes de dos centenares de naciones se entienden en el idioma de Shakespeare y Walt Whitman. Su supremacía resulta abrumadora como se puede comprobar en las redes sociales. En una calificación moderada el inglés supera, como idioma internacional, el 70% de penetración en el mundo. El 30% restante lo ocupan las demás lenguas.
Pero dicho esto, que es lo que exige la objetividad, justo será apuntar que el español es, hoy por hoy, la primera lengua materna del mundo. Y que no se airee la cantinela del chino porque aquella inmensa nación se debate en medio de un enjambre dialectal, aparte de que el idioma de Li Po y Ai Tching no es una lengua internacional.
El español como idioma materno se acerca a la cifra de 550 millones de personas y avanza con el ánimo decidido a superar los 600 millones en un plazo muy breve. España significa menos del 10% de la lengua de Borges y García Lorca, de Quevedo y Vargas Llosa. Se comprenderá así la ingente labor de la Real Academia Española, aceptada por todo el mundo hispanohablante. Con la colaboración de las Academias iberoamericanas, filipina y estadounidense, se mantiene en la aceptación general el diccionario normativo de nuestra lengua. Conforme a un estudio de Telefónica, impulsado en su día por Ángel Martín Municio, en el Producto Interior Bruto de España, el idioma compite con el turismo. Es uno de los renglones clave de la economía nacional. No será fácil que Mariano Rajoy se impregne de esta realidad y por lo pronto las obras de Lope de Vega en teatro seguirán cotizando el 21% de IVA mientras las revistas danesas de porno duro solo tendrán que satisfacer el 3%.
ZIGZAG
Octavio Paz, con la colaboración de Eikichi Hayashiya, hizo una traducción de Sendas de Oku de Matsúo Basho, el libro más destacado, tal vez, de la entera historia de la poesía japonesa. El autor de Árbol adentro profundiza en el prólogo sobre la tradición del haikú. En el siglo XVII, Basho escribe una poesía de rara modernidad en la que se recrea en los paisajes de la tierra y del alma y habla de las lágrimas en los ojos de los peces. Oku no Hosomichi no es un libro. Es una joya.