Isabel San Sebastián: madre e hija
Entre la espesa hiedra de columnistas que cubren hoy los muros del periodismo español, destaca con especial relieve Isabel San Sebastián. Desenmascaró a Xavier Arzallus, explicando el destino de las nueces caídas del árbol nacionalista; divulgó la política de Mayor Oreja contra ETA; triunfó en televisión con su inolvidado Primer café; denunció, en fin, la maniobra zapatética de suprimir la publicidad de TVE, explicando que “Zapatero vació la caja de la televisión pública, cargando sobre el presupuesto del Estado el cien por cien de su coste, a fin de regalar esa publicidad a sus amigos de la Sexta y predisponer a su favor a los canales privados, directamente beneficiados por una medida que pagamos todos”.
Sin duda, Isabel San Sebastián tendrá defectos. Y ya se ocupan algunos de los que de ella discrepan en señalarlos. Pero el balance de su trabajo profesional resulta abrumadoramente positivo. Periodista de raza es una profesional inteligente y sagaz, independiente e indeclinable.
Irrumpió en el mundo literario de la novela con la historia de una cristiana cautiva en la España del siglo VIII. Saludé La visigoda con esperanza no defraudada por sus tres novelas posteriores. Publica ahora La mujer del diplomático, un relato con atisbos autobiográficos en el que se cruzan dos tiempos distintos narrados con maestría: el año 1962, al borde el mundo de una confrontación nuclear; y el 2011, con el siglo XXI abierto en canal por las nuevas costumbres y la renovada explosión tecnológica. Las alusiones a la actualidad, desde la relevancia de ETA al contubernio de Munich, desde la confrontación entre Kennedy y Khruschef hasta el secesionismo catalán, abundan. Isabel San Sebastián es a la vez María, la madre sometida al convencionalismo social de la época, y Lucía, la hija liberada que triunfa en la vida y sufre los mismos desamores que la mujer que le dio la existencia.
Europa, Estados Unidos, Iberoamérica desfilan por las páginas de La mujer del diplomático en un relato de creciente intensidad, escritura certera, adjetivación escasa y eficaz, contenidas metáforas, observaciones históricas y políticas especialmente sagaces.
Tanto María como Lucía se sobreponen al escepticismo expuesto por Paola, la amiga que lo ha vivido todo... “Cara mía, los hombres son todos iguales. Quieren una santa en el salón y una puttana en la cama. Como tal cosa resulta muy difícil de encontrar en una misma persona, si sposano con una réplica de su madre y sueñan con una libertina que la mayoría acaba buscándose fuera de casa”.
Con grave acento de verdad, la escritora se adentra en la psicología de unos personajes que enganchan al lector de principio a fin de la novela. Isabel San Sebastián ocupa ya un lugar de relieve en la actual narrativa española. Por su actividad periodística, le negarán muchos el pan y la sal pero la crítica más solvente reconocerá en ella a una novelista auténtica que se ha dedicado en cuerpo y alma a esta vertiente de su vocación literaria.
Isabel San Sebastián, en fin, ha construido de forma certera la arquitectura de La mujer del diplomático, dibujando unos personajes complejos, llenos de matices y veladuras, lejos del blanco y del negro. Lucía, en fin, resume la vida de María, su madre, y la suya propia en una frase definitiva: “Su tiempo fue el de las certezas. El mío, el de la libertad. A ninguna de las dos nos fue dado elegir y las dos pagamos con creces el tributo debido a la vida”.
ZIGZAG
Me parece una utopía pero resulta emocionante que un puertorriqueño destacado, José Nieves, se haya puesto al frente del "Movimiento de Reunificación con España" para que Puerto Rico se convierta en una Comunidad Autónoma española. Resultará demasiado difícil salvar los obstáculos políticos con los que se enfrenta el proyecto. Lo que sí es cierto es que, desde el punto de vista cultural, Puerto Rico está más cerca de España que de Estados Unidos. Empezando, claro, por el idioma, impecablemente conservado en la isla, a pesar de todos los acosos. El Premio Príncipe de Asturias de las Letras al pueblo de Puerto Rico vino a reconocer una realidad relevante que constituye un faro en la cultura iberoamericana.