"Alma y corazón, oh corazón y alma míos, todo tú. Te has vuelto todo mi ser, por eso eres todo yo". El rubai (singular de rubayat) es un poema que consta de cuatro medios versos. Me trae recuerdos a los haikus japoneses como la espléndida Sendas de Oku, el gran libro de Basho traducido por Octavio Paz. Creador de la samá o danza de los derviches giróvagos, Yalal ad-Din Muhammad Rumi, conocido como Masnaví por el título de uno de sus libros capitales al que se ha llegado a considerar como el Corán persa, es un poeta de insólito aliento. Nació en Bajl, Afganistán en 1207. Clara Janés y Ahmad Taheri han traducido su poemario Rubayat, que he leído con sensaciones encontradas. No es fácil desembarcar en el alma oriental, si bien alguna adjetivación y ciertas metáforas deslumbran, como cuando el poeta persa, maestro de la tradición sufí, describe el rostro de la amada como "la flor de granada esclava". Impresionante el extenso prólogo que Clara Janés ha puesto al libro. Ella sí podría escribir al igual que Rumi: "El hombre está escondido en su lengua".
No es la primera vez que escribo sobre Carlos Mora. Dediqué un comentario a Abadía y Mombiela, su primera novela, en la que el autor hacía sangrar las heridas todavía sin cicatrizar de la guerra incivil española. Publica ahora Un gran hombre. En Carlos Mora ha granado ya un novelista que domina el género. Entre Estambul y un pueblo de la provincia de Cuenca, el autor desarrolla una trama llena de sorpresas en torno a la familia Zarzuela, donde no faltan la intriga permanente, el análisis minucioso de las vicisitudes familiares, los adolescentes víctimas de agresiones sexuales y la tensión de situaciones límite. Un gran hombre es mucho más que un drama rural. Es una novela de muy sólida arquitectura literaria en la que el lector se sumerge en el clima de un pueblo castellano y en una trama llena de interés y de sorpresas. No se arrepentirá el lector que se adentre en la última novela de Carlos Mora.
A la vista del primer tomo, de los seis que constará la obra, José Catalán Deus va a dejar un estudio histórico imprescindible para entender la historia española de las últimas décadas. Del Frap a Podemos. Crónica de medio siglo es un libro de 600 páginas que no fatiga en ningún momento. Por el contrario engancha desde las primeras experiencias políticas del autor hasta el proceso de Burgos. Las postrimerías de la dictadura de Franco están narradas con un gran esfuerzo de objetividad y con un formidable equipaje de documentación. La obra aporta, además, infinidad de hechos desconocidos porque el autor fue testigo directo de ellos y a veces protagonista. José Catalán Deus escribe con sobriedad sin renunciar a la belleza literaria. Su alma de periodista está presente en todos y cada uno de los capítulos. Claudín, Semprún, Carrero Blanco, Muñoz Grandes, Solís, Don Juan, el primer Polanco, San Martín, Sánchez Bella, García Calvo, García Moya, Dolores Ibárruri, Fernández Movillano, Raúl Marco, Muñoz Moya, Calvo Serer, el gran, el inolvidado Marcelino Camacho, Santiago Carrillo, el primer Felipe González, Fraga Iribarne y muchas docenas de personajes más desfilan por las páginas de este libro monumental.
He tenido ocasión de conocer y tratar a una hija de Fidel Castro, que me presentó Natalia Figueroa y desde entonces me ha interesado la vida personal y familiar del dictador cubano, junto al que asistí a un desfile del Gramma hace ya muchos años en los primeros días de un mes de diciembre deslumbrante en La Habana de todas las nostalgias. He leído más divertido que interesado la autobiografía novelada de Marita Lorenz Yo fui la espía que amó al Comandante. Se trata de una fabulación que aporta pocos datos fiables o contrastados. Marita Lorenz fue una espía, a veces doble, que enamoró a Fidel Castro y mantuvo con él una relación que le permite hacer afirmaciones insólitas sobre las tramas para asesinar al dictador y al presidente estadounidense John Kennedy. Estamos, en fin, ante un libro sin otro alcance que el entretenimiento, lo que no es poco en estos días de implacable estiaje. l