Con profunda emoción, y sin apartar la vista de sus 600 páginas, he leído de un tirón Neruda, el príncipe de los poetas. Nadie podrá hablar seriamente de Pablo Neruda en el futuro sin contar con esta biografía escrita por Mario Amorós. No sería exagerado afirmar que estamos ante un libro definitivo sobre la vida del poeta. Tengo en mi biblioteca varias docenas de obras con Neruda como personaje central. Se ha escrito mucho, a veces bien, en ocasiones mal o de forma mediocre, sobre el poeta chileno. El Neruda que yo conocí, y con el que mantuve estrecha amistad durante diez años, es el que refleja el libro de Mario Amorós.
Hace cuarenta años, en una conferencia en Palma de Mallorca, afirmé que San Juan de la Cruz y Pablo Neruda son las dos cumbres de la poesía en lengua española. Lo he repetido y lo he escrito en numerosas ocasiones y a los dos me referí en mi discurso de ingreso en la Real Academia Española. Rafael Alberti coincidía en el juicio, aunque un día me apuntó: "No te olvides de añadir a Rubén Darío". Y a Lope de Vega, a Fray Luis, a Quevedo, a Calderón, a Bécquer, a Juan Ramón, a Octavio Paz, a Aleixandre, a Machado. Y, sobre todo, a Federico García Lorca porque sus Sonetos del amor oscuro se han instalado en la cima de la poesía española del siglo XX. Todos los poetas que he citado, a mi manera de ver, se encuentran un escalón por debajo de San Juan y Pablo.
Mario Amorós recorre la poesía de Neruda a través de su vida: la infancia, los cuadernos de Neftalí Reyes, la adolescencia bulliciosa, los consejos de Gabriela Mistral, los versos desesperados por Albertina Rosa Azócar, la boda con María Antonia Hagenaar, la hija muerta en Ámsterdam bajo los carros de combate de Hitler, Malva Marina en una fotografía desconocida para mí, las envidias literarias y los rencores, Huidobro y Rokha, la Residencia en la Tierra, España en el corazón, la breve, intensa, emocionante amistad con Federico García Lorca, Delia del Carril, la Hormiguita a la que conocí ya con 101 años, el encuentro con Matilde Urrutia, el amor profundo y sosegado, las tensiones políticas, el premio Nobel, las aventuras desde Sara Vial al último amor Alicia Urrutia, el cáncer cruel, Confieso que he vivido y el enigma de la muerte. Creo que Pinochet habría asesinado a Pablo Neruda si el poeta hubiera vivido. Tal vez no lo hizo porque Pablo estaba hospitalizado con un cáncer terminal cuando el golpe de Estado.
Alguna vez he contado que inauguré la sede de la agencia Efe en Santiago, abrazado a Matilde Urrutia, y cuando dije que a un país más le vale tener periódicos libres aún sin Gobierno que un Gobierno sin periódicos libres, el general que había enviado el dictador Pinochet al acto se levantó y se fue. A Matilde, mi inolvidada, queridísima Matilde, se le saltaban, por cierto, las lágrimas cuando escuchaba el verso insólito de Pablo: "Yo soy el que te espera en la estrellada noche, sobre las áureas playas, sobre las rubias eras, el que cortó jacintos para tu lecho, y rosas, tendido entre las hierbas, yo soy el que te espera".
Robustecida por un formidable equipaje de datos y documentos, la biografía nerudiana de Mario Amorós es un libro extraordinario al que le señalarán defectos y errores porque los tiene pero que es lo mejor que yo he leído sobre el autor de Memorial de Isla Negra. Amorós ha agavillado no solo los juicios favorables sino también, con escrupulosa objetividad, las discrepancias y las críticas. Ha tenido el acierto final de reproducir un párrafo de Federico que yo no recordaba y que me parece exacto: "Y digo que os dispongáis para oír a un auténtico poeta... Un poeta más cerca de la muerte que de la filosofía; más cerca del dolor que de la inteligencia; más cerca de la sangre que de la tinta..."