Pedro Montoliú es uno de los grandes profesionales del periodismo español. Su prestigio se ha consolidado a lo largo de muchos años. Publica ahora un libro con cuarenta entrevistas a personajes de relieve en torno al fenómeno político y social de la Transición. Un gran acierto.

Un gran acierto porque Pedro Montoliú ha huido de la politización y también ha incorporado a su libro a científicos, periodistas, novelistas, historiadores, actores, actrices, arquitectos, futbolistas y figuras de repercusión social.

Entre los cuarenta nombres seleccionados se encuentra, por ejemplo, Carlos Solchaga, pero también Francisco Gento. Responden a las inteligentes preguntas de Montoliú, Enrique Múgica y Julia Gutiérrez Caba; Raúl Morodo y Manolo Santana; Álvarez del Manzano y Eleuterio Sánchez, El Lute; Rodolfo Martín Villa y José Sacristán; Nicolás Sartorius y Julieta Serrano; Alberto Aza y Margarita Salas; Cristina Almeida y Rafael Moneo…

De la dictadura a la democracia, la Transición se somete a la revista del conjunto de la sociedad española. Montoliú ha escrito un libro de imprescindible lectura, en el que testigos y protagonistas de aquella compleja operación política expresan su punto de vista. Sin traumas, sin violencia, con diálogo permanente se alcanzó el gran acuerdo histórico de la concordia y la conciliación, superándose una dictadura de 40 años, encarnada por el amigo de Hitler y Mussolini, para establecer una democracia pluralista plena, a través de la voluntad general libremente expresada. El eje del sistema fue, como en Holanda, en Dinamarca o Noruega, la Monarquía parlamentaria, la Monarquía de todos, defendida contra la dictadura, desde su exilio en Suiza, primero, en Portugal, después, por Juan III. El hijo de Alfonso XIII, el padre de Juan Carlos I, planteó siempre como objetivo sustancial de la Monarquía, la devolución al pueblo español de la soberanía nacional, secuestrada en 1939 por el Ejército vencedor de la guerra incivil.

Pedro Montoliú ha sabido arrancar con habilidad profesional declaraciones relevantes por parte de los cuarenta personajes entrevistados. Imposible en el espacio de un artículo resumir lo que queda escrito en este libro extraordinario: De la dictadura a la democracia, los protagonistas. Haré una excepción con José Sacristán, el más destacado actor que tenemos en España, tras la muerte de Fernando Fernán Gómez: “Nunca he militado en ningún partido -asegura- porque no tengo capacidad de disciplina para seguir instrucciones. Pero en 1977 pedí el voto para el PCE”. Según Sacristán, los comunistas tenían razón cuando dijeron al comienzo de la Transición: “O se juega con nosotros o no hay partido”. Y era cierto. Una de las claves del éxito de la Transición fue la legalización del partido comunista español.

Cuarenta años después, la simplificación ha desdibujado la realidad de aquella audaz operación política. Conviene no confundirse, sin embargo. Cuatro hombres fueron las claves de que triunfara en España la concordia: Juan Carlos I, que tenía la fuerza del Ejército; el cardenal Tarancón, que tenía la fuerza de la Iglesia; Marcelino Camacho, que tenía la fuerza obrera, y Felipe González, que tenía la fuerza de los votos. Y por encima de ellos, la madurez del pueblo español, que anhelaba para España la libertad y Europa a través de un sistema político como el que gobernaba en las naciones occidentales democráticas. Jugó también un cometido de relieve el periodismo. Media docena de periódicos sagaces crearon el Parlamento de papel. Gracias a él, las fuerzas políticas pudieron debatir libremente hasta que las elecciones de 1977 dieron paso a un Congreso plenamente democrático, derivado de la voluntad general libremente expresada.

En el excelente libro de Pedro Montoliú, en fin, se reflejan como en un espejo las realidades de aquellos años apasionantes que permitieron la incorporación de España al concierto democrático internacional. Y durante mucho tiempo la democracia española ha sido símbolo de libertad y progreso para muchas naciones que aspiraban a desembarazarse de los grilletes de la dictadura o la autocracia.