El idioma diplomático de los siglos XVI y XVII fue el español. Antecedió al francés y al inglés. Carlos I hablaba de forma fluida cuatro idiomas y afirmó que “el español es la lengua de los dioses”. A los obispos franceses les dijo: “Mi lengua española es la más bella y debería ser conocida por toda la cristiandad”. Rey de España, al coronarse en Bolonia como Emperador de romanos, saludó al Papa Clemente VII y al Colegio de Cardenales, en español. No empleó ni el latín ni el italiano ni el francés. Y dirigiéndose al obispo de Macon en un acto solemne le dijo: “Señor obispo, entiéndame si quiere, y no espere de mí otras palabras que las de mi lengua española… que merece ser sabida y entendida de toda la gente cristiana”.
Luis XIII, rey de Francia, era bilingüe y encargó a Cesar Dudin la traducción de El Quijote. Domínguez Ortiz afirma que “el castellano estaba de moda en la buena sociedad francesa” y Bennasar explica que El diálogo de la lengua de Valdés, Diálogo de las lenguas de Frías y De los nombres de Cristo de Fray Luis de León certificaron la supremacía de la lengua española.
Cervantes en el Persiles deja constancia de que en la Francia del XVI “no había francés culto, mujer u hombre que no aprendiera castellano”. Margarita de Angulema leía a Francisco I el Amadis en el idioma de Santa Teresa. Para el cardenal Richelieu el español era la lengua diplomática y en ella conspiraba con catalanes y portugueses porque “los idiomas no estamos en guerra”. Luis XIV, el Rey Sol, dominaba el español. Hijo de la Infanta española Ana de Austria y esposo de otra Infanta española, María Teresa, el idioma de Cervantes y San Juan de la Cruz le envolvió a lo largo de su dilatada vida.
Entrado el siglo XVII el dominico francés padre Labat dejó constancia de la superioridad de la lengua española como “grave, respetuosa, rica y expresiva”. En el sylabus del Gray's Inn Hall de Greenwich, colegio de la alta sociedad inglesa de la época, predominaba el español. En la lengua de Alfonso el Sabio, habló el exiliado Antonio Pérez a la reina Isabel I de Inglaterra que dominaba nuestro idioma.
Todos los datos y citas de este artículo pertenecen al libro de José Varela Ortega España bajo la mirada de otro, que se publicará próximamente. El profesor Varela ha trabajado diez años para documentar y escribir una obra formidable que se convertirá en un gran éxito editorial. Desde hace mucho tiempo no leía yo un libro de tanto rigor científico y tanto interés como el que José Varela ha concluido. José Ortega y Gasset, primera inteligencia del siglo XX español, no frunciría el ceño si leyera el nuevo libro de su nieto. A Ortega y Gasset, por cierto, dedica Agapito Maestre un libro de 500 páginas titulado El gran maestro en el que subraya la profundidad filosófica del autor de La idea de principio en Leibniz y la alta calidad literaria del pensador que escribió La rebelión de las masas.
Cinco siglos después de nuestra edad de oro, el idioma de Cervantes y García Márquez, de Pérez Galdós y Vargas Llosa, de Octavio Paz y Ortega y Gasset, de Pío Baroja y Jorge Luis Borges, de Miguel Delibes y Miguel Ángel Asturias, de Lorca y Pablo Neruda ocupa el segundo lugar en el mundo, si bien a larga distancia del inglés. Pero ha superado al francés y más de 500 millones de personas lo hablan como idioma materno. El 82% de los estudiantes de lenguas extranjeras en Estados Unidos eligen el español y, tras el inglés, es la lengua más estudiada en Japón e, incluso, en Alemania, Suecia y tantas otras naciones.
Abochorna por eso que, en algunas regiones de España, la lengua en la que escribió Quevedo esté preterida por cretinas razones políticas y por la cutrez de gobernantes aldeanos. Se daña así a los niños al entorpecer su dominio de un idioma que es el mayor tesoro cultural de España y que mantiene un lugar de privilegio como lengua internacional para las relaciones culturales, económicas y comerciales.