"El entrenamiento ha ido bien. Duro ahí. Estoy muerto". Tras dos horas de trabajo intenso en Valdebebas, primero en el gimnasio y luego a las órdenes de Pablo Laso en la cancha, Walter Tavares (Maio, Cabo Verde, 1992) por fin respira tranquilo. La Final Four de Belgrado ya está a la vuelta de la esquina y exprimirse al máximo no es una opción, sino una obligación para los jugadores del Real Madrid. Aunque las estrellas de la canasta blanca se desfondan a gusto en busca de un nuevo título europeo. El gigante de 2,20 se lo aclara a EL ESPAÑOL y EL BERNABÉU con una vitalidad encomiable.
Eso sí, lo que más destaca en él es que, a través de cada una de sus palabras, no deja de desprender un agradecimiento inmenso por la oportunidad recibida. El sueño que Tavares creía inalcanzable hace unos años se ha hecho realidad. Ha comprobado de primera mano que, si uno quiere, los cuentos de hadas pueden tener cabida más allá de las páginas de los libros. Da igual cuándo (a los 17 años), dónde (África) y con qué orígenes (humildes) se empiece a perseguir lo que parece un imposible. A los 26 años puede presumir de dos cosas que ya les gustaría haber vivido a muchos: alcanzar la NBA y ser importante en uno de los mejores equipos de baloncesto de Europa. Pero Edy no se conforma con lo logrado, como se plantearían hacer unos cuantos. Quiere más. Mucho más.
Si cuando empezó la temporada le llegan a decir que iba a estar en la Final Four de la Euroliga con el Real Madrid, ¿cómo habría reaccionado?
Hubiese pensado que era una broma [risas]. Hace poco estuve en las finales de la NBA con Cleveland (Cavaliers). Luego me cortaron, me fui a la liga de desarrollo y no sabía dónde iba a estar. No sabía si iba a intentar volver a la NBA o si iba a regresar a Europa. Así que estar en la Final Four era algo inimaginable para mí.
¿Cómo fue ese proceso desde que le cortaron en la NBA hasta que fichó por el Madrid?
Fue todo muy rápido. Empecé a hacer la pretemporada con el segundo equipo de los Toronto Raptors. Desde entonces mi agente ya estaba hablando con el Madrid, pero no había nada claro. Tenía en mente intentar subir otra vez a la NBA y no tenía pensado volver a Europa, pero cuando se dio la ocasión y vi el interés que ponían en que viniera… El Madrid fue el único equipo que me hizo aparcar el sueño de volver a la NBA.
Fue llegar al equipo y adaptarse prácticamente desde el minuto uno. ¿Por qué la integración, tanto dentro como fuera de la pista, ha sido tan fácil para usted?
Sé que integrarse es muy difícil, así que puse mucho de mi parte e intenté escuchar todo lo que me decían. Me mandaron un montón de hojas explicando las jugadas. Intenté dar el máximo para adaptarme lo más rápido posible al equipo. Con tantos lesionados, necesitaban mi ayuda.
Quizá ser importante desde el principio fue clave para que el período de adaptación durase tan solo unas semanas. Cuando suele prolongarse mucho más.
Claro que sí. También me ayudó un poco haber estado aquí con el Gran Canaria durante cinco años para saber cómo se juega en ACB. Al venir de la NBA tienes que cambiar la manera de jugar otra vez. Si juegas tres-cinco minutos, te vas a sentir un poco sin confianza. Llegar y jugar 20 te da mucha confianza. Y te mete más presión para aprender las cosas más rápido.
En cuanto a la Final Four en sí, una de las grandes batallas que van a tener será contra el juego interior del CSKA. ¿Cómo la afronta?
Con mucha ilusión. Sé que son interiores muy buenos y a mí siempre me ha gustado defender por dentro. Para mí es un desafío intentar pararles. Si lo consigo, mejor. Entonces demostraré que estoy al mismo nivel que ellos.
¿Se ve más asequible que hace unos meses al equipo de Moscú? Ellos también han tenido lesiones importantes.
No, son como nosotros. En Rusia el CSKA es como el Madrid en España. Tiene muchos recursos y buena plantilla. Todos los años. Las lesiones que tengan no van a ser clave porque siempre habrá uno que dé un paso adelante. Los que están jugando son muy buenos, pero los que están en el banquillo también tienen calidad.
No coincidieron en el Madrid, pero… ¿hay pique con Sergio Rodríguez en el vestuario?
No sé si hay pique, pero sí hay respeto. Es un jugador muy bueno y sabemos del peligro que tiene. Vamos a intentar hacer lo máximo para defenderle. Lee muy bien el partido y en ataque es uno de los mejores jugadores de Europa.
¿Y hay ganas de revancha por esa derrota contundente que sufrieron en Moscú durante la liga regular?
Claro. Intentaremos salir concentrados desde el principio y dar nuestro máximo nivel. Allí fuimos a ver qué pasaba y nos metieron canastas de todas las formas. Les entraba todo. En la segunda parte nos pusimos un poco las pilas y el partido estuvo igualado hasta los últimos minutos, cuando cogieron un poco de ventaja. En el segundo cuarto, nos dieron una lección: si salimos bien desde el principio, podemos tener el partido.
Va a ser su primera Final Four. ¿Qué siente antes de viajar a Belgrado?
Hace siete años no tocaba ni un balón de baloncesto y llegar a la Final Four es como un sueño muy grande. Nunca había pensado que iba a disputar una. Ni la Euroliga. Siempre la había visto por la tele, todo el mundo quería ver partidos europeos. Me gustaba mucho por la competitividad que hay.
Puede que el regreso a Europa le haya sentado tan bien porque hay pocos interiores como usted en el Viejo Continente, ¿no cree?
Sí, siempre intento mantener mi nivel. Trabajar todos los días para hacerlo lo mejor que pueda. Dar un paso en Madrid… El Madrid es como un equipo de la NBA. Tienen todas las condiciones y facilidades.
¿Hay algo que se vaya a llevar en la maleta sí o sí a Serbia?
La bandera de mi país, Cabo Verde [risas]. Ojalá ganemos y la saque.
¿Qué pasa si ganan la Euroliga y Cristiano Ronaldo le llama para felicitarle?
Me daría un infarto [risas]. Si estoy feliz, voy a estarlo mucho más con la llamada. Prácticamente sería el día más feliz de mi vida.
¿Ya conoce personalmente a Cristiano?
Sí, nos sacamos una foto. Nunca he estado tan nervioso al lado de una persona [risas]. Sé hablar portugués, pero cuando estuve a su lado no me salía ni una frase. Soy muy fan de él. Siempre le he admirado mucho por cómo se cuida y cómo se entrega en cada partido. Intento aplicarlo en el baloncesto.
¿También es fan del Madrid de fútbol?
Sí, desde pequeño. Pero a partir de que Cristiano viniese al equipo, mucho más. Siempre le he seguido. Cuando estaba en el Manchester United, todo el mundo seguía la Premier en Cabo Verde. Ahora que está en la liga española, todo el mundo la sigue allí.
Ya que hablamos de ligas deportivas importantes, ¿le queda la espinita de no haber jugado con regularidad en la NBA?
Claro que sí. Creo que trabajé muy duro allí y que di lo máximo para intentar jugar al menos cinco-diez minutos por partido. No tuve la oportunidad, aunque sé que hay mucha competitividad. Y muy buenos jugadores, que tienen que jugar sí o sí. No es como en Europa, donde hay equipos que dan muchas oportunidades a los jóvenes. La NBA es diferente, un negocio: quien gana más juega.
Antes se buscaban pívots corpulentos y altos como usted. Ahora se juega casi sin interiores. ¿Tavares hubiera triunfado en la NBA de otra época?
No lo sé, pero sí que tendría más oportunidades. Ahora todo el mundo sigue los pasos de los Golden State Warriors, que han ganado dos anillos en tres años jugando con pequeños. Todo el mundo quiere imitarlos y jugar como ellos. Si un equipo con gente grande gana la NBA, eso cambiará otra vez. Va a ser difícil, porque todo el mundo quiere jugar rápido y que toda la gente tire de tres. Ahora juegan hasta con un 'tres' de pívot.
Usted coincidió con LeBron James en Cleveland. ¿Qué es lo que más le sorprendió de él?
La ética de trabajo que tiene. Siempre es el primero que llega...
¿Se parece a Cristiano en eso?
Sí. Creo que es idéntico a él en ese aspecto. Se cuida, llega el primero y se va el último. Se queda a tirar, se pasa en el gimnasio un montón de horas antes del entrenamiento… Se cuida: masajes, máquinas… Llega muy tarde a casa.
Usted ha firmado hasta 2020 con el Madrid. ¿Cierra la puerta definitivamente a la NBA o la tiene en mente de cara al futuro?
Todavía no lo sé. Estoy muy contento aquí y quiero seguir disfrutando. Ahora mismo, no pienso en la NBA. Intento hacer mi trabajo. Y si un día hay una oportunidad o una oferta que es muy buena o razonable, sí lo pensaría. Pero ahora estoy muy feliz aquí y quiero seguir muchos años.
Para cerrar el capítulo de la NBA, nos han dicho que protagonizó una anécdota bastante curiosa en el Draft.
Habíamos pedido zapatos para ese día. Me habían hecho un molde y todo para que estuvieran a tiempo para la ceremonia. Calzo un 54. Cuando los zapatos estaban hechos, no pudieron enviarlos a Estados Unidos porque el Draft era dos días después. Estábamos en Atlanta y allí había una tienda en la que vendían zapatos sólo para gente grande. Fuimos a mirar por la tarde. El señor me dijo que ningún zapato me cabía, pero que tenía unos que le hizo a Shaquille O'Neal y que este no fue a buscar nunca. Fui al Draft con esos zapatos. Soy un poco más alto que él, que calza un 55-56. Cuando me eligieron, el camino para subir las escaleras y darle la mano al vicepresidente de la NBA se hizo muy largo [risas].
Volvamos al baloncesto europeo. Usted ha rendido tan bien que sorprendió un poco lo desaparecido que estuvo en la serie de playoffs contra el Panathinaikos. ¿Qué le pasó?
No sé. Prácticamente nos pasó a todos. Ellos estaban preparados para el primer partido y nosotros creo que no. Pusieron el tono desde el principio y al final nos afectó a todos. En el segundo partido, jugué poco pero sabía que era el plan de partido que tenía el equipo. El Panathinaikos tenía muy bien estudiado cómo atacarme y jugarme. Tuvieron que cambiar su plan de juego y al final nos fue bien.
La verdad es que estos meses han tenido que ser como un máster de juego en la pintura para usted. ¿Qué ha aprendido de hombres como Felipe Reyes, Anthony Randolph o Gustavo Ayón?
Aprendo de lo que hacen. Ellos intentan dar el máximo en todos los partidos. Felipe, por ejemplo, tiene experiencia y un imán para los rebotes. Siempre está donde cae el balón. Es un tío muy listo, juega muy duro y es muy competitivo. Es con lo que me intento quedar: su competitividad. Intento aprender de todo lo que me puedan enseñar y decir. Escucharles, absorber lo máximo e intentar aplicarlo en el partido.
¿Y de Sergio Llull? Menuda vuelta la suya…
Es una pasada volver a un nivel así después de una lesión tan grave como la que ha tenido. Demuestra el trabajo que ha puesto y el esfuerzo extra para estar al nivel en el que se encuentra ahora. Después de tres o cuatro partidos creo que ya ni se acuerda de la lesión.
Aunque él dice que hasta el año que viene no estará a tope, ¿usted le ve en condiciones de liarla en esta Final Four?
Siempre la puede liar. Es un jugador clave en los momentos finales. Sabe lo que tiene que hacer y es un peligro.
El que huele a MVP de la Euroliga es Luka Doncic, ¿no?
Huele, y creo que se lo merece. Vamos a hacer todo para ganar la Euroliga. Para que por lo menos se vaya feliz de Europa si se va [risas].
Usted estudió informática en su día. ¿Qué software necesita este Madrid para ser campeón de Europa?
[Risas] No soy muy bueno en eso. Me quedé en diseño, todavía no había aplicado el software [risas]. Necesitamos estar centrados desde el principio hasta el final, jugar duro y agresivo y no salir a ver qué pasa.
Antes de despedirnos, ¿alguna apuesta si levantan la copa?
Luka (Doncic) me dijo que tengo que hacerme un tatuaje del trofeo de la Euroliga. Pero no sé, no soy muy fan de eso. No tengo nada significativo para ponerme que no me aburra [risas].
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