Nunca sabes por donde puede salir Cristiano Ronaldo. Temido por los rivales por su depredador olfato goleador, ante el Nápoles el papel del portugués fue bien diferente al que acostumbra. Su posición estuvo más alejada del área rival de lo habitual y fue Benzema el jugador que casi siempre recibía el último pase antes de encarar a puerta.
Las ocasiones de gol más claras no salieron de las botas de Cristiano, aunque tuvo la oportunidad de marcar hasta en dos ocasiones, pero su disparo se perdió ligeramente por encima del larguero de la portería de Pepe Reina. Su papel fue más combinativo y solidario con sus compañeros que finalizador.
El ejemplo más claro está en la asistencia que dio a Kroos en el tanto del alemán. Jugadón del astro luso que se internó en el área rival y desde la línea de fondo vio de reojo al teutón y con un preciso pase le dejo el remate a placer. Gol de Toni y asistencia de Cristiano. Cambio de papeles.
No se vio un Cristiano agobiado porque el gol no llegara. Al contrario, supo saber frenar en el momento justo y mirar hacia al lado y ceder el balón a uno de sus compañeros. Hasta en alguna ocasión pecó de generoso cuando lo normal era que fusilara la portería rival.
Esto puede significar el adiós de CR7 y sus 50 goles por temporada para dar paso a un jugador de equipo, concienciado con la causa para dejar en segundo plano el interés personal. Además, lo goles nunca van a faltar para uno de los mejores delanteros de la historia, sino el mejor, pichichi histórico de la Champions League. Bienvenido, Cristiano 2.0.