La lógica se impuso en el Balón de Oro y Luka Modric levantó el premio que le acredita como el mejor jugador del mundo. El último de ellos y a la vez el más prestigioso. Y merecidamente. El 'The Best' fue también el ganador de la presea dorada y el encargado de poner fin a la hegemonía de Cristiano y Messi que se extendió en la última década.

Todo comenzó en diciembre de 2017. Un año atrás, el camino de Modric hacia la gloria empezó en el último Mundial de Clubes. El croata se erigió como el mejor jugador de la competición, el Balón de Oro del Mundial de Clubes, precisamente por delante de Cristiano Ronaldo, Balón de Plata. Sería el primer de muchos títulos tanto individuales como colectivos.

Con el Real Madrid tocó el cielo en Kiev alzando su cuarta Champions League, la tercera consecutiva. Lejos de descansar, debía afrontar en verano el Mundial de Rusia. A priori sin mucha presión y sin muchas expectativas, pero Modric, acostumbrado a ganar, se propuso hacer algo grande y alcanzó la final rodeado de la mejor generación croata. En Moscú perdió ante la excelente selección de Francia, pero se le reconoció su mérito y ganó el Balón de Oro que entregaba la FIFA al mejor jugador de la competición.

Una nueva temporada empezaba en septiembre y con ella el carrusel de galas que premiarían a Modric por su talento y sus méritos. La UEFA le reconoció como el mejor de todo el continente. La FIFA, que ya le reconoció en el Mundial, le premiaría una vez más, ahora con el máximo galardón al que puede aspirar un futbolista a nivel individual: el 'The Best'. Pero el premio que todos quieren y por el que todos luchan es el Balón de Oro, que no lo entregará un organismo como la FIFA, pero su recorrido a lo largo de los años habla por sí solo.

Modric es el mejor y su sobresaliente trayectoria está fuera de toda duda. Ni platós de televisión, ni lloriqueos. Los elogios han ido llegando de forma natural. Compañeros, rivales, expertos, etc. Pero el croata nunca ha dicho una palabra más alta de lo debido. Y eso le hace aún más merecedor de este premio que también vela por el Fair Play y de eso va sobrado el '10'. No se le recuerda polémica alguna en toda su carrera.

Luka es de esos jugadores a los que es imposible odiar hasta por el eterno enemigo. Y con él no se podía cometer el error que se tuvo en el pasado con jugadores como Raúl, Iniesta, Del Piero o Totti que nunca se vieron recompensados con un Balón de Oro, pese a habérselo ganado por méritos propios. Un punto que se puede anotar France Football que este año sí ha sabido premiar al jugador que se lo había ganado y no a atender campañas patrias como la de Griezmann, que siendo francés se postulaba meses atrás como muy peligrosa. No habrá ganado el Mundial de Rusia, pero sí llevo a Croacia a la final. Y ganó la Champions League, no la Europa League. Y fue un ejemplo para todos.

Cristiano Ronaldo, Griezmann, Mbappé, Messi... Modric ha sido mejor que todos ellos este año. El año en el que era más difícil elegir, puesto que ni Cristiano ni Messi eran los favoritos. Porque esa es otra, Modric ha conseguido uno de los hitos más difíciles de la historia moderna del fútbol: acabar con la hegemonía del portugués y el argentino. Una década de Balones de Oro repartidos entre Cristiano y Messi, cinco para cada uno, y que acabó con la coronación de Modric.

Modric ha podido con Cristiano y Messi y con toda la generación de jóvenes estrellas que vienen por detrás y que aspiraban a suceder al '7' y al '10'. Los Neymar, Bale, Mbappé, Griezmann, etc. y que se han encontrado con el talento del genio de los Balcanes. Tendrán que esperar, porque el Balón de Oro este año ha sido de Luka Modric.

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