Confianza y cariño de Zinedine Zidane. Calidad y fútbol por parte de Isco Alarcón. Una fórmula que se ha convertido en el renacer del jugador malagueño en el Real Madrid. El futbolista ha recuperado su mejor versión y es fundamental para un equipo que busca recuperar el trono tanto en La Liga como en la Champions League. Una dosis extra del estilo del '22' blanco que invita a confiar en poder conseguir los objetivos.
Isco fue titular en El Clásico. Una de las grandes sorpresas que tenía guardadas el entrenador francés para el esperado partido del Camp Nou. El malagueño entró para formar en el 4-4-2 dispuesto por Zidane, con rombo en el centro del campo. Es con este sistema con el que Alarcón saca lo mejor de sí mismo. Una posición en la zona de la mediapunta, en la que actúa de enganche con los delanteros y saca a relucir su arsenal de pases entre líneas.
Cuando hay rombo, juega Isco. Esto comienza a ser una máxima en el Real Madrid. Frente al Barcelona, el futbolista contemporizó y escondió el balón a los jugadores azulgranas hasta el momento de ser sustituido en el minuto 80. Zidane apostó fuerte por él, en tiempos en los que ha sido cebo de las críticas, le colocó en el campo y el de Arroyo de la Miel hizo el resto.
Sin complejos. Olvidando que es uno de los grandes partidos que jugará esta temporada. Con personalidad. Y, sobre todo, poniendo su sello de identidad en el juego del equipo blanco. Isco hizo de todo y todo lo hizo bien. Pero es con el esférico en los pies cuando se ve su mejor 'yo'. Se hizo con la pelota cual mago, cual niño que abraza por primera vez su deseado balón el Día de Reyes. Y comenzó a repartirlo con criterio y visión al resto de sus compañeros.
Su influencia en el juego ante el Barça pasó sobre todo por el flanco izquierdo. Aunque no ejecutó ningún disparo a puerta, sí que tuvo un excepcional acierto en el pase, firmando un 87,8 por ciento de pases buenos en el Camp Nou. Una solidez que llega desde la confianza que ha ido cogiendo después de tres titularidades consecutivas ante Brujas, Valencia y el equipo culé.
Un año complicado
Hace apenas doce meses, el futbolista no podía ni siquiera imaginarse encontrarse en una situación así. Con Solari fue cayendo en el olvido, hasta el punto de ver el partido contra la Roma, de la Champions, desde la grada de El Olímpico al ser uno de los descartes del entrenador argentino. Su protagonismo fue decayendo y los rumores sobre una inminente salida circulaban a su alrededor.
El nombre del Manchester City, como consecuencia de ser un preciado objeto de deseo de Guardiola desde hace ya varios años, cobró un papel protagonista. Y cuando peor era el escenario para él en la casa blanca, volvió Zidane a ocupar el banquillo madridista y con él, un nuevo inicio para el de Arroyo de la Miel, quien siempre había mantenido una buena sintonía con el técnico francés.
La luz al final del túnel
Desde el regreso de Zizou, el malagueño tan solo se perdió un partido la pasada temporada, aunque tampoco tuvo un rol protagonista. Así llegó el verano y los cuidados del entrenador merengue. Carpetazo a su posible salida y en lugar de un adiós, confianza para que recuperase su mejor estado de forma. Pero no lo ha tenido fácil aún así.
Una lesión en el músculo flexor de la pierna le alejó de los terrenos de juego durante seis partidos. Un tiempo que otros como Rodrygo aprovecharon para meterse en el bolsillo a la afición blanca. Pero si algo ha demostrado Zidane en su faceta como entrenador es que cuenta "con todos". De los últimos seis partidos, Isco ha sido titular en cinco de ellos, quedándose solo fuera por rotación en la victoria ante el Espanyol por 2-0.
Lo cierto es que desde que el andaluz está mejor, el Real Madrid también lo está. Y buena parte de culpa la tiene un Zidane que nunca se olvidó del '22' pese a las muchas críticas que ha cosechado en el último año. Mantener enchufado a Isco y dando este el cien por cien es clave este curso. Todos lo saben y es por eso que la gestión de Zizou vuelve a brillar en el 'caso Alarcón'.
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