"El sentido fundamental de la Medalla de Oro es que mis amigos y mi gente se sientan orgullosos"
Pedro Piqueras (Albacete, 1955) ha ejercido el periodismo en primera línea durante cinco décadas hasta convertirse en uno de los profesionales más importantes y admirados en nuestro país. Comenzó con tan solo 17 años en el diario Pueblo, donde compartió experiencias con grandes periodistas que le inculcaron su gran pasión y con los que aprendió las primeras lecciones de la vida. A lo largo de su trayectoria ha pasado por RNE, TVE, Antena 3 y Telecinco, cadena en la que actualmente dirige los informativos y donde, según recalca, todavía le queda mucho camino. Sin embargo, no olvida sus orígenes ni todo aquello que ha ido consiguiendo casi "sin darse cuenta". El próximo 31 de mayo,Piqueras recibirá la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha, un reconocimiento del que se siente enormemente orgulloso y que debe a todas aquellas personas que le han hecho "ser mejor".
El próximo 31 de mayo, Día de Castilla-La Mancha, va a recibir la Medalla de Oro de la Región que se le otorgó en 2020 pero que no pudo recoger dadas las condiciones sanitarias. ¿Qué supone para usted este reconocimiento?
Supone un honor y estoy muy agradecido a la Junta. Siento el calor de la gente de nuestra tierra, de Castilla-La Mancha y de Albacete. Eso siempre es importante. Es un reconocimiento público que te toca el corazón un poquito más y que hace que tu vida tenga un sentido también público.
Siendo castellano-manchego, este galardón tendrá un significado más especial todavía, ¿verdad?
Está claro. No es lo mismo que te lo den en Castilla-La Mancha que en Andalucía o Extremadura. Para mí es el reconocimiento fetén. Desde que se publicó que lo iba a recibir el día 31, me están llamando amigos de toda la vida, gente que me conoce de todos los sitios… y eso también te produce un orgullo. Ese es el sentido fundamental del receptor de la Medalla, que sus amigos y su gente se sientan orgullosos.
Para quienes no lo sepan, usted es albaceteño. De hecho, comenzó su trayectoria periodística en el diario Pueblo, ubicado por aquel entonces en la capital. ¿Cómo recuerda aquella época?
Mi trayectoria en el diario Pueblo, con tan solo 17 años, fue muy bonita. Tuve el placer de trabajar con Emilio Romero, que era un periodista muy importante en aquella época, y también con Eduardo Cantos o León Cuenca, dos personas a las que quería mucho y que fueron mis mentores, ya que fueron las primera que confiaron en mí y que me indujeron la pasión por el periodismo. Aquello fue en el año 1973.
Nació en Albacete y su amor por la profesión se empezó a forjar allí. ¿Qué significado tiene para usted la ciudad que le vio crecer y esta región que siempre le ha seguido a todas partes?
Para mí, Albacete es una ciudad que me lo ha dado todo. Allí tuve mi educación y a mis padres, que me querían mucho y que siempre confiaron en mí. Tuve amigos, tuve profesores extraordinarios de los que me acordaré toda la vida, tuve mi despertar hacia la cultura… Respecto a Castilla-La Mancha, me parece que es una comunidad con una vida, con una relación humana entre todas las provincias y con una belleza impresionantes. He conocido una región que es maravillosa y estoy enamorado de ella. Para mí es una fortuna pertenecer a una comunidad donde hay una catedral como la de Toledo, donde están los ojos del Guadiana… donde hay tantas cosas.
Si no me equivoco, comenzó trabajando en la alpargatería de su familia y ahora es una de las caras más reconocidas del panorama nacional. Cuénteme. ¿Cómo empezó todo? ¿Cómo surgió su vocación por el periodismo?
Yo trabajaba en la alpargatería los veranos porque a mi padre le gustaba estar conmigo. Eso sí, él me enseñó que cualquier trabajo debía ser remunerado. En cuanto a mi vocación, surgió cuando estaba estudiando. Yo soy muy tímido, pero siempre he hecho cosas de cara al público y creo que este es un elemento que te hace superar esa inmadurez que supone la timidez. Hacía teatro, cantaba y, sin saberlo, me fui preparando para llegar a la televisión, que es el medio en el que más me he desarrollado. Como te he dicho antes, este premio me toca el corazón porque al final uno piensa que todo ese trabajo y toda esa carrera, que ha sido sin darme cuenta, ha merecido la pena.
Imagino que el esfuerzo para llegar a donde está ahora mismo habrá sido inmenso y que habrá tenido que dejar muchas cosas por el camino para centrarse en la profesión, ¿verdad?
No es un esfuerzo grande cuando te gusta lo que haces. Yo creo que el esfuerzo lo haces cuando trabajas en algo que no te gusta. A mí no me ha costado nada hacer la maleta e irme a Irak con la invasión de Sadam Husein, ni irme al terremoto de Haití. Esta profesión es muy trabajosa y los horarios no te permiten tener relaciones sociales ni estar con tu familia, pero yo lo he hecho sin sufrimiento porque siempre me ha gustado esto. De hecho, yo he venido muchas veces a trabajar cuando no me tocaba porque había acontecimientos importantes. No me gusta estar lejos de lo que está pasando.
Ha estado en prensa, en radio, en tele… Supongo que cada una de ellas le habrá aportado algo diferente. Pero, mójese un poco. ¿En cuál se siente más a gusto?
En todos los medios me he encontrado a mí mismo y he estado feliz. Yo en el periódico estaba feliz, cuando descubrí la radio me parecía increíble y no quería cambiar y ahora que estoy en televisión, donde llevo desde 1988, tampoco lo cambiaría por nada, solo por una vida un poco más relajada. He estado muchos años sin tener relax, aunque ahora, a mis 66 años, lo estoy consiguiendo un poco.
Echando la vista atrás tendrá muy buenos recuerdos en todos los ámbitos, pero ¿cuál ha sido el momento más especial a lo largo de toda su trayectoria? ¿Qué etapa le ha marcado especialmente?
Yo estando en Albacete nunca pensé que podría llegar a dirigir los informativos de una gran cadena, ni siquiera lo ambicioné. Simplemente, me limitaba a hacer mi trabajo lo mejor posible. Ahora que estamos llegando al final, lo que más me enternece es pensar en una fotografía de mi época en el diario Pueblo y sentirme agradecido con todas aquellas personas que estaban allí en ese momento, porque fueron ellas las que me atrajeron con lo que hacían hacia el mundo del periodismo y porque me dieron las primeras grandes lecciones de mi vida. Esta Medalla que me van a dar me hace volver a los orígenes y sentir que sin aquellas personas yo no habría sido ni la cuarta parte en cuanto a la profesión. Me hicieron ser mejor y eso se lo debo a ellas, que me acogieron con muchísimo cariño y me ayudaron mucho.
Y hablando de momentos, aunque no precisamente buenos, ¿cómo ha llevado la pandemia? Debe ser muy duro contar todos los días tantos y tantos muertos. Nadie estaba preparado para semejante catástrofe.
Nadie estaba preparado para una pandemia. Ni para sufrirla, ni para tomar decisiones, ni para contarla como nos ha tocado a nosotros. Para mí ha sido un periodo único en mi vida con muchas cosas malas, aunque también con enseñanzas importantes que jamás olvidaré. Para mí, el año y pico que llevamos ha supuesto un antes y un después en mi vida profesional de forma absoluta. He cambiado la forma de hacer el informativo en varias ocasiones y yo creo que ahora es el momento más ilusionante porque empezamos a recuperarnos y las vacunas están funcionando.
El periodismo ha cambiado muchísimo a lo largo de estos años, pero con el Covid todavía más. Antes, los informativos tenían una estructura definida, pero durante la pandemia salimos a la calle y dimos voz a muchas personas. ¿Este modo de hacer periodismo ha llegado para quedarse? O más bien, ¿debería quedarse?
Yo siempre he tenido una escaleta, pero con el Covid se rompió porque ese era el único tema, y también cambió el modo de hacer periodismo. Casi todo se hacía en la calle porque era la que estaba sufriendo todo esto y hemos hecho reportajes como nunca antes porque hemos visto cosas que jamás habríamos imaginado que pasarían. Para mí es muy importante acercar a la gente a la televisión y para eso los reportajes son una pieza fundamental, algo que se ha incentivado con la pandemia.
Los periodistas muchas veces somos todoterreno y tenemos muy poco tiempo. Nos limitamos a tomar declaraciones, pero no a investigar detenidamente lo que hay detrás de cada historia. ¿Debería cambiar esta forma de trabajar?
Yo creo que hay mucha falta de medios. Aquí hay muchos periodistas que graban cosas con su propio teléfono, las montan, locutan… ya no hay montadores, sino que una misma persona hace varias cosas. Cuando yo empecé en la televisión había montadores, había cámaras… y cada persona se dedicaba a hacer su trabajo.
Cada vez es más común la idea de que los periodistas estamos “comprados”. Usted, que ya lleva casi 50 años en este mundo, ¿considera que hay presión en el periodismo?
Cada tele es diferente. Las televisiones públicas pueden estar más presionadas al mundo de la política, pero para nuestra empresa la política no es lo más importante ni tiene una ligación especial con nadie. Puede haber más ligación con temas empresariales porque siempre hay anunciantes que están ahí y la gente puede pensar que se tiene mucho cuidado con ellos, pero no te creas que es así. No estamos demasiado pendientes de eso. Por hacer una metáfora, la tele es un medio en el que todo el mundo quiere salir más guapo, más delgado y con más pelo, por lo que siempre van a llegar quejas. La clave está en cómo seas tú capaz de soportar esas presiones.
¿Usted siempre habla claro e intenta transmitir todo lo que piensa o se controla para que no se malinterprete su opinión? Porque entiendo que estar en su lugar debe ser duro, ya que todo lo que diga puede ser utilizado en su contra.
Yo me controlo muchas veces. Hay cosas que me soliviantan tanto que diría alguna barbaridad, pero afortunadamente soy una persona prudente y no las digo. Hay comportamientos humanos que me destrozan el corazón a veces, pero me limito a contar lo que pasa y ya está. En política, por ejemplo, me siento libre de hacer alguna crítica, pero siempre la hago sin que sea agrio. Yo cuento las cosas como creo que deben ser y defiendo la libertad del periodista para hacerlo.
Después de tantísimos años dedicándose a esta profesión, habrá visto de lleno todo el cambio que ha ido experimentando. ¿En qué momento del periodismo estamos ahora mismo? ¿Tienen futuro los medios convencionales?
Yo creo que sí que tienen futuro, pero tienen que cambiar a otro soporte. Hoy en día leemos el periódico en nuestro ordenador y yo creo que cada vez se tiende más a lo digital. Esto es como los bancos, que cada vez tienen menos sucursales y prácticamente nos obligan a hacer las transacciones por Internet. A mí me parece un poco peligroso todo esto porque hay más noticias falsas que verdaderas y es mayor el trabajo que dedicamos a desentrañar esas fake news que a contar cosas.
¿Cuales son las claves para triunfar en periodismo? ¿Qué requisitos debería cumplir un periodista para que usted se fijase en él?
Yo siempre digo que la curiosidad es la primera virtud del periodista. No se trata de ser la vieja del visillo, pero hay gente que va por la calle y no se da cuenta de las cosas que pasan a su alrededor. Un periodista tiene que darse cuenta de una injusticia, de un robo, de dónde puede haber algo bello o dónde puede haber algo horroroso, y también tiene que tener las ganas y la sensibilidad para contarlo. Esas serían para mí las condiciones fundamentales.
Y ya para terminar... Después de casi cinco décadas en este mundo, ¿le quedan todavía sueños por cumplir? ¿Qué va a hacer una vez que deje las cámaras?
Me quedan muchísimos sueños por cumplir. A mí siempre me habría gustado ser corresponsal. Yo vivía en Albacete y veía a los corresponsales de TVE y pensaba que quería ser como ellos, pero al final no lo he sido porque me han llamado al camino de la responsabilidad muy pronto. Viajar también me gusta mucho y creo que viajaré, e igual escribo algo de los viajes. Seguiré haciendo cosas porque todavía me queda mucho y no me voy a jubilar aún. Tengo claro que me quedan fuerzas para seguir.