Los mafiosos de García Molina
Entre sugerencias, expresiones indirectas y acusaciones veladas, García Molina vino el otro día a llamar gánsteres, mafiosos y caciques, las tres cosas, a los políticos de los "viejos partidos" de Castilla-La Mancha en general y a los del Gobierno de Page en particular. Lo hizo por escrito el 10 de abril en su homilía de los lunes en La Tribuna y se quedó tan pancho, largando de paso una nueva e infumable lección de superioridad moral tan injustificada como vacía y banal. Personalmente la pieza me parece relevante y digna de tener recorrido, no por su calidad sino por la gravedad de los insultos y la cima y el desparpajo desde los que se perpetran. Y también, claro, por el acreditado currículum político de quien los firma, que actualmente ocupa escaño y sueldo público y representa a los castellano-manchegos en una institución democrática y necesaria. La Semana Santa, tiempo de reflexión hacia dentro, no le ha hecho rectificar a García Molina, porque desde entonces no ha vuelto a dictar su cátedra.
Dejando de lado el hecho irrefutable de que Page y su partido, tildados gravemente y con falsedad de mafiosos por García Molina, gobiernan por voluntad directa del propio García Molina, lo que en su triste opinión política supondría una correspondencia insultantemente por debajo de su pretendida altura moral, es decir, una pura contradicción, dejando de lado esta trágica circunstancia, lo más raro y chocante de la tribuna del líder regional de Podemos es lo poco que ha sido tenida en cuenta y el perfil bajito con el que los directamente aludidos han abordado el caso. Es verdad que en el entorno de Page le han cogido a García Molina una manía que ni te cuento, pero ha resultado realmente extraño que a los miembros del Gobierno de Castilla-La Mancha les envíen insultos tan poderosos y llamativos y nadie salga en serio a contestar más allá del teatrillo habitual de Gilitos y alrededores. A mí, desde fuera, los insultos me han repugnado pero el velo me ha dejado perplejo: debe ser esto la democracia.
Lo cual que me ha dado en pensar, poco y mal seguramente para la galaxia que se gasta García Molina, que los dos golpes encajados ya por Page de parte del partido de Pablo Iglesias, el primero en septiembre y el segundo en abril, van a tener probablemente continuidad y nuevas escaramuzas a partir del verano, cuando las primarias y congresos que se avecinan ya estén debidamente resueltos y cada cosa en su sitio. Insultos y acusaciones tan graves deberían tener una respuesta mayor adecuada y un recorrido donde haga falta, pero mucho me temo que eso no va a ocurrir y que estas dos partes volverán a sentarse en la misma mesa, disolviendo en la nada sus vergüenzas y sus escrúpulos. La delgada línea roja siempre se acomoda a los intereses de cada cual. Veremos.