Contra el fascismo en Cataluña
Cataluña lleva cuarenta años soportando una dictadura: la del virus independentista, que además es corrupto y ladrón. Esta es la explicación de todo. Largas décadas de infiltración social, de adoctrinamiento, de coacción y de pensamiento único han llevado a la sociedad catalana a esta gigantesca fractura y a un estado de cosas en el que impera el fascismo impuesto a lo burro y de forma unilateral por una parte de los catalanes contra la otra. Es trágico e intolerable y se impone el rescate urgente de esa mayoría silenciosa que sufre dolorosamente las consecuencias de que los facinerosos y los malvados hayan tomado las calles, las banderas y las instituciones y en su nombre perpetren cotidianos atentados contra la libertad y la convivencia sin que durante años nadie les haya parados los pies.
Acuso a los líderes separatistas de totalitarios indeseables y de imponer sus leyes marciales, segregadoras y antidemocráticas contra su propio pueblo, al que han inoculado vergonzosamente la xenofobia, la división y la intolerancia, pero también acuso a la Democracia española y a sus poderes de llevar toda la vida mirando para otro lado, obviando el problema y actuando de forma complaciente, débil y servil con la oligarquía corrupta y obscena que ha llevado a Cataluña a este punto de no retorno.
Ahora lo inmediato y la urgencia es rescatar a la sociedad catalana de sus carceleros y abrir un tiempo nuevo que intente corregir tanta maldad. Un tiempo de reconstrucción de la convivencia intencionadamente dañada y rota y de acabar con el chantaje y el miedo de los totalitarios. Es difícil, tal vez imposible, pero tenemos la obligación de intentarlo. Lo exigen el sentido común, la democracia, la ley y al menos la mitad de los catalanes, probablemente la mayoría, y España no puede dejarles abandonados y solos, como el propio Felipe VI recordó en su importante, histórico y fundamental mensaje de este martes a toda la Nación. España no puede defraudar a Cataluña, no puede abandonarla a su suerte ante el ruido y la furia del fascismo ideológico y energúmeno que ha tomado las calles y se ha hecho dueño de ellas por la fuerza, la mentira y el amedrentamiento. Que debemos luchar contra esto ya nos lo han enseñado la historia y el pensamiento.
Así pues quisiera ver en esta hora de España un gobierno de coalición nacional que tome nota del discurso del Rey y actúe en consecuencia. Con firmeza, sin miramientos, como debe responder una democracia a los desafíos del totalitarismo. Un gobierno de todos los grupos posibles a partir del tripartito PP, PSOE y Ciudadanos que tome el mando, restablezca la democracia en Cataluña y a la mayor brevedad posible convoque elecciones generales y catalanas para que las urnas decidan y ese tiempo nuevo nos indique cuál debe ser el camino. Desde luego yo no niego el derecho de Cataluña a ser independiente algún día, y mucho menos a querer serlo y sentirlo, pero no así y no por la fuerza. Esta historia no deben contarla los malos y los que gritan con ellos, sino los ciudadanos libres en el completo ejercicio de su total libertad y de las leyes que la hacen posible.