Vida y rutina de García-Page
Estaba uno convencido de que, entrando en la temporada otoño-invierno del 2018, el presidente García-Page pondría todo de su mano para darle vidilla a la política en Castilla-La Mancha y romper su pacto de gobierno con García Molina y sus Podemos. Pensando en las autonómicas de mayo de 2019, me hacía yo las cuentas de una ruptura forzada y teatral, muy en la línea de rasgarse las vestiduras y lanzarse las ofensas a la cara, pero empiezo a tener mis dudas de que finalmente vaya a ser esa la estrategia: puede pasar cualquier cosa en el próximo año y medio dentro del Gobierno regional, y más aún con el polvorín García Molina dentro y el muelle flojo de las espoletas, pero me da la sensación de que ahora Page busca una gestión de rutina y normalidad, vida cotidiana y pocos sobresaltos. Ya veremos estos meses venideros, aunque ahora mismo veo al presidente castellano-manchego loquito por tener bien callados y tranquilos a sus vecinos del extremo izquierda y que García Molina se guarde sus farándulas y numeritos todo lo que le permita su natural nivel de discreción, generalmente por los suelos.
Page necesita presentarse ante los castellano-manchegos como un tipo normal, con un gobierno normal y una política normal. El pan nuestro de cada día. Confía en sí mismo y en su liderazgo y está seguro de que tiene un relato claro con el que terminar la legislatura y llegar en buena forma al 19, de tal manera que tiene que apañárselas para darle invisibilidad a García Molina y que sólo aparezca su perfil más plano y burocrático, un mero vicepresidente segundo de la nada que no arme mucho ruido y se quede tranquilito con sus cositas y sus minutillos de gloria cada día. Vista la deriva del partido de Pablo Iglesias con el sainete catalán y el mal pronóstico de las encuestas, con un discurso que vuelve a ser antisistema y que ha hecho de la ambigüedad su bandera y su destino, la rutina es la mejor noticia que Page puede recibir para no salir especialmente contaminado de su baile agarrado con García Molina y lo rara que fue su visita a los despachos de Junqueras y Colau.
Las impresiones de hoy no suelen valer para mañana en el mundo de la política, pero no creo que a Page le interese, con la fama de sus socios, montar escenitas de opereta en el año que viene por delante. Puede romper con Podemos dentro de unos meses y parecerle a todo el mundo un actor de comedia de primer nivel o mantener el pacto con sus socios sin que lo parezca demasiado ni estropear la vida cotidiana y la normalidad, que parece lo más sensato y razonable. Claro, que es verdad que el otro también juega la partida y tendrá que darle bola a sus cartas, de manera que ya veremos si es posible y viable mantener la paz y el silencio y que todo acabe en tablas planas al llegar la segunda primavera. Por ahora, tranquilidad y buenos alimentos: vida y rutina de García-Page. Que llueve.