Muletilla Girauta en Toledo
Juan Carlos Girauta es una persona inteligente, un excelente periodista y un político estimable. Un tipo interesante y de gran solvencia, brillante a ratos, medular con frecuencia. Clave en el entorno de Albert Rivera y Ciudadanos. He tenido y tengo mucho respeto por su figura y por una trayectoria que me parece recta y poderosa. Creo que ha mirado la realidad con los ojos abiertos de par en par y también creo que ahora, metido en la harina política, guiña uno o los dos de cuando en cuando y la percepción, con tanto trajín, le ha ido cambiando a medida que ha cerrado la panorámica y el color de su mirada se ha dejado los matices por el camino. Es lógico, claro, que en la política los argumentarios se impongan sobre los argumentos y que uno, ya puestos a ser diputados o lo que sea, tenga que renunciarse un poco en favor de la causa común de las siglas y el líder. Tampoco tiene mayor importancia.
Ahora Girauta es candidato al Congreso por la provincia de Toledo y la verdad es que el tío se está currando una campaña llamativa y resultona que de pronto le ha hecho más famoso aún de lo que ya era en Castilla-La Mancha y le ha colocado en el mapa político con total claridad, que es algo muy necesario y sagaz sobre todo cuando uno se presenta por primera vez en un territorio y necesita hacerse un nombre y un hueco. Girauta ya tiene espacio propio en Toledo y está luchando como puede, aparte kilómetros, para ganarse su escaño en el Congreso y seguir desde ahí atizando el fuego de la política nacional, que evidentemente y con total legitimidad es su motivación, su vocación y el eje central de sus pasiones como dirigente de Ciudadanos. En este horizonte, Girauta se ha estudiado el manual urgente del buen toledano y mejor castellano-manchego y lo ha hecho en una edición que, por lo visto, incluía decirle a la gente todos los días que Ciudadanos, si salen las cuentas, mantendrá a Emiliano García-Page en el Gobierno de Castilla-La Mancha y que la emergencia nacional en España es echar a Pedro Sánchez pero ni un paso más allá contra un PSOE que, según por dónde vengan los aires, es un partido que siempre le ha hecho tilín a los chicos de Albert Rivera y mola un montón. Las repetidas pataditas que Girauta le ha atizado en las espinilleras a Paco Núñez todas estas semanas sólo han venido a añadir transparencia a lo que ya era un manantial de agua clara.
Esta estrategia de Girauta es notable para enseñarle al electorado todas las cartas y que cada toledano sepa el 28 de abril primero, y el 26 de mayo después, el significado de darle la papeleta a Ciudadanos y lo que tenga que venir a continuación, un acto sincero de honestidad de este candidato que, además de ilustrativo, es digno de elogio y una infrecuente fiesta real de esta democracia en la que tanto se esconden las intenciones. No estoy tan seguro, sin embargo, de que este sobresaliente arranque de política-verdad de Girauta le haya emocionado tanto a la candidata de Ciudadanos a la Presidencia de la Junta, Carmen Picazo, convertida de pronto por su colega en muletilla de Page y del PSOE, o sea, el recambio de Podemos para la próxima legislatura a mayor gloria y tal. Girauta le ha hecho a Picazo un García Molina y a los tres se les ha puesto cara de póker. Es un alivio para el socialismo regional poder respirar siempre tranquilo en la seguridad de que nunca le faltarán salvavidas así pasen los siglos. Mi homenaje, Girauta.