Blog de Lecturas

Hitler y Fouche en el teatro de Carmen Resino

6 mayo, 2017 00:00

Uno tiene el vicio de revisar casi continuamente lo que algunas editoriales como Alianza o Cátedra proponen en sus catálogos como autores dignos de estar en sus colecciones y a veces tiene la recompensa de encontrarse con alguna que otra sorpresa. Tampoco faltan las decepciones, aunque casi siempre el balance acaba siendo positivo porque la línea editorial raramente  permite que se cuelen autores sin una calidad contrastada. Su vocación es dar al lector ediciones de obras que o están entre los clásicos o aspiran a estarlo algún día.

Cátedra, en sus dos grandes colecciones Letras Hispánicas y Letras Universales, lleva desde hace tiempo alternando la publicación de autores consagrados con aquellos que han obtenido al menos el éxito de los lectores en la actualidad. Es algo que hace sus catálogos previsibles, pero que de vez en cuando le sorprenden a uno al darse cuenta de cuánto le queda por leer y conocer.

Y es que cuando uno lee la introducción de Francisco Gutiérrez Carbajo dedicada a la autora de estas dos obras,  que hacen el número 783 de Letras Hispánicas, resulta que descubre a una dramaturga que lleva publicando teatro desde los años sesenta del siglo pasado, que tiene una obra dramática y narrativa que sobrepasa la treintena y acumula con respecto a estudios sobre esa obra una bibliografía abrumadora. Confieso humildemente que no conocía ninguna obra de  Carmen Resino (Madrid 1941), y evidentemente ni la cantidad ni la calidad de su producción literaria tienen la culpa.

Las dos obras que se presentan aquí son piezas de alto contenido histórico pues no en vano Carmen Resino ha ejercido como profesora de Historia durante años y ambas tienen como protagonistas a dos personajes  sobre los que han corrido ríos de tinta y sobre los que, sin ninguna duda, seguirán corriendo.

Sobre el primero de ellos, Joseph Fouché, ya comentamos aquí mismo La Cena, la obra teatral  de Jean-Claude Brisville en la que el dramaturgo le enfrentaba a Talleyrand,: “De repente se abre una puerta y entra silenciosamente el vicio apoyado en el brazo del crimen, el señor de Talleyrand caminaba apoyándose en el señor Fouché; la visión infernal pasa lentamente ante mí, entra en el despacho del Rey y desaparece.” Es la imagen que nos ha dejado ese excepcional testigo, François-René de Chateaubriand, en sus Memorias de Ultratumba. Una alianza que palpita en la sombra detrás de los interlocutores de Fouché, que la autora pone en escena en unas fechas muy cercanas a la visión del mismo  Chateabriand. Ahora son el futuro Luis XVIII, su sobrina e hija de Luis XVI y María Antonieta, María Teresa de Borbón y el barón de Vitrolles los que dan la réplica a este “genio tenebroso” que pintara Stefan Zweig. Una referencia ineludible para cualquiera. Si el acto único de la obra de Brisville se desarrolla en una cena el 6 de julio de 1815, La última jugada de José Fouché, lo hace en dos actos, y comienza un  poco antes, el 24 de junio del mismo año, seis días después de la batalla de Waterloo y culmina en diciembre de 1820, días después de la muerte de Fouché.

La segunda obra tiene como fondo histórico la visita realizada por Adolf Hitler a la Ópera de París la mañana del 23 de junio de 1940, un día después de que Francia se rindiera y firmara el armisticio que daría paso a la Francia ocupada y la Francia de Petain. Los protagonistas serán el guía que acompañó a Hitler en su visita y su mujer. Una historia tejida sobre la crónica del día histórico  y en la que de nuevo Carmen Resino, sin abandonar la verdad histórica, mueve a dos personajes en los que historia y teatro se confunden sin que la realidad por ello se difumine.

Carmen Resino. La última jugada de José Fouché. La visita. Edición e introducción de Francisco Gutiérrez Carbajo. Ed. Cátedra, Letras Hispánicas. 216 páginas. 10,85€.