Los diarios de Ignacio Carrión
Ignacio Carrión (San Sebastián, 1938-Valencia, 2016) fue librero, periodista, redactor jefe de El País, corresponsal en San Francisco, Washington y Londres de medios como la Agencia EFE, ABC, Cambio 16 y Diario 16 tuvo siempre en su vida la pasión literaria. Novelas como "Cruzar el Danubio", que en 1995 le valió el premio Nadal, libros de viajes, ensayos y relatos, dan fe de una obra no desdeñable pero que, en mi opinión, no tiene el interés de sus diarios.
La aparición en 2007 de "La hierba crece despacio. Diarios (1961-2001)" Edaf, supuso una verdadera conmoción en el mundillo de la diarística, pero también en el mundo periodístico al que el autor había pertenecido durante casi toda su vida. Hoy ese libro sólo se puede adquirir a un precio desmesurado en el mercado de segunda mano, aunque haya alguna versión incompleta de algunas páginas en la red. En la introducción el autor explica su pulsión diarística:
“Empecé a escribir, primero en hojas sueltas y poco después en cuadernos, cuando tenía veintitrés años y vivía en Viena cerca de una clínica psiquiátrica donde me sometí a un psicoanálisis, o lo que fuera aquello, dirigido por el famoso doctor Viktor Frankl, discípulo de Freud, quien me puso en manos de su ayudante el profesor Heimo Gastager, un psiquiatra que fumaba toscanos retorcidos como su mente, quien a su vez me puso, menos mal, en manos de una joven austriaca llamada Inge que fue quien me curó no en el diván sino llevándome directamente a la cama".
"Durante cincuenta años no he interrumpido, ni tengo intención de hacerlo en el futuro, esta escritura diaria de la que he publicado solamente un quince por ciento del contenido de 190 cuadernos donados en 2008 a la Biblioteca de Humanidades Joan Reglá, de la Universidad de Valencia…”.
“Mi adicción a esta variedad de escritura, que no hay que confundir con la autobiografía, las memorias o las confesiones, es demasiado pertinaz como para aceptar censura o mutilaciones. Un diario es una escritura en tiempo real. Es una escritura interior sin concesiones y en presente. Que se publique o no llegue a ver la luz es algo que no condiciona el modo libre y personal de esta escritura”.
“Para mí nada existe hasta haber sido escrito. Nada existe más que a través de la palabra escrita por uno mismo. Ni siquiera uno mismo”.
Más adelante reafirma alguna de estas ideas: “Cuando uno es feliz no escribe. No lo necesita. Yo escribo para sobrevivir. Para ser yo. Para seguir siendo lo que, aunque me disgusta, soy. No escribo para complacer. Ni para recrearme”.
“Va a enfadar a todo el mundo. Y también a quienes no quiero que se enfaden: mis hijos”.
Ya he contado en una columna los problemas que le acarreó en El País un reportaje sobre Albacete, con Bono y el alcalde Pérez Castell por medio, aunque no faltan confidencias sobre otros muchos personajes del mundo editorial y periodístico y la censura ejercida por ellos:
“¿Habrá censura?, le pregunto. Y repita lo que momentos antes me había dicho Palau: “Fuera del Rey, de El Corte Inglés y de Carmen Posadas, a Lara le importa un pimiento que un autor se meta con quien le de la gana en cualquiera de las editoriales del Grupo”. ¿Carmen Posadas? Pues sí, no sabemos qué pasa con esa mujer. Lo mejor es que no hables de ella…”.
Ignacio Carrión. Molestia aparte. Diarios I (2001-2005). Edición de María Robledano. Ed. Reino de Cordelia. 2014. 368 páginas. 19,95 €.