Mayo del 68. Gabriel Albiac
Gabriel Albiac (1950), filósofo, ensayista, columnista brillante de ABC en los últimos años es un escritor al que uno casi siempre lee. Su afán como buen filósofo es mostrar su verdad y hacerlo siempre desde una perspectiva original y propia. Una columna de Albiac es inconfundible. Ha impuesto su estilo a base de rigor intelectual y esfuerzo para ser didáctico y llegar al lector de prensa. Se dice de él que “ha vivido sólo en los libros”, aunque por lo que nos cuenta en esta crónica de mayo del 68, también fuera de ellos. El subtítulo del libro “Fin de fiesta”, sugiere a cualquier lector por dónde van los tiros. Yo empiezo donde él acaba:
“Aquello marcó el crepúsculo de una época. Doble ciclo histórico: uno, largo, el que se inicia en 1848 como la era de las revoluciones; otro breve, el que marca la inflexión de la guerra fría, abierta en 1948, hacia su desenlace de 1989. Ambos –ciclo largo y corto- se extinguen con el siglo veinte.
Mediados los años sesenta, la sociedad europea era rancia, fuertemente anacrónica. El 68 fue una gran depuración de todo lo muerto: desde los partidos comunistas hasta los usos y convenciones sexuales. Toda depuración de lo muerto es saludable.
Y todas las investiduras humanas del salvacionismo religioso son genocidas. También esa que fue la única religión viva del siglo XX europeo: el comunismo. Acabar con esa religión de suplencia, cuya historia es la más sangrienta de la edad moderna, es la victoria única del 68. Y esa victoria es hoy irrenunciable.
Nada, al cabo de medio siglo, ha quedado de aquel delirio. Mejor así. Los años ochenta se llevaron a los últimos residuales de aquella alucinada joven guardia sesentayochista. Quedaron sólo sus ínfimos enquistamientos armamentistas, cuyos rebrotes cíclicos (de las Brigadas Rojas a ETA o GRAPO) mueven ahora más aún a compasión que a ira. El tiempo de las revolución imaginaria dejó tan solo las cenizas dispersas de una generación que se soñó brillante. Que tal vez lo era. O hubiera podido, tal vez, llegar a serlo. El 68 fue un sueño europeo de dos décadas. Al despertar, el mundo apareció, como siempre, irreparable. Y la conciencia humana, algo más turbia. Pero, al menos, en la desilusión hay un fondo primordial de sabiduría.
Fue todo hace medio siglo. Un milenio”.
Pero, entre medias, lo que hace Albiac es extender un mosaico de documentos y testimonios que hacen de esta crónica apasionada de aquellos días de mayo una narración vertiginosa que prende al lector de principio al final. Buena memoria, buena historia, buen periodismo, buen pensamiento. Brillante Gabriel Albiac.
Gabriel Albiac. Mayo del 68. Fin de fiesta. Confluencias Editorial, 2018. 220 páginas. 18 €.