Page, Isabel Rodríguez y un cadáver clásico de fondo
En este mundo, en el que la imagen se ha impuesto como la sustancia del mensaje, es inevitable no ver la más inocente foto de una persona pública cómo algo con un significado que, a veces, ni los propios protagonistas pretenden trasladar con su publicación. Está muy claro para alguien que conoce Toledo y el lugar en el que está situada la sede de la Presidencia de la Junta que lo más natural es que el propio presidente acompañe a sus visitantes ilustres al portal de al lado donde reside una de las imágenes icónicas de la capital regional. Seguro que Bono, Barreda y después Cospedal han acompañado durante los últimos treinta años a un buen puñado de turistas ilustres, que pasaban por el Palacio de Fuensalida, a la vecina Parroquia de Santo Tomé, donde, puerta con puerta, se guarda desde hace más de cuatro siglos El entierro del señor de Orgaz. Tal que anteayer le tocó a Patxi López. Inevitable, ya digo, no relacionar el cuadro del extravagante Dominico Greco con la invitación de Page a su querido compañero de partido. Nada más oportuno para completar una semana en la que, fuera de ambigüedades, ya toda España sabe que Emiliano está a muerte con la compañera Susana y no quiere ver ni en pintura al compañero Sánchez. Al compañero Patxi, se lo ha dicho con pintura: “Querido Patxi, estás tan pálido como el protagonista del cuadro; no tienes nada que hacer, pero sigue ahí, que incluso después de muerto puedes hacernos un buen servicio a todos; no vas a ganar, pero puedes impedir que el pedrisco nos alcance”. No se lo habría dicho mejor con flores. Crisantemos, por supuesto.
Y si Emiliano, envuelto en la cortesía del vecino que acompaña a su visitante más allá del umbral y se acerca con él a la puerta de al lado, lo ha dicho todo respecto a Patxi, Isabel Rodríguez, la manchega viceportavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, parece apuntar, en un gesto olvidado hace mucho tiempo por su partido, que quizá al menos la cordura no se haya perdido del todo en esa casa. Desde que en aquellos días de marzo de 2004, en que ZP y Rubalcaba se negaron a condenar los asaltos y acosos a sedes del PP, el PSOE no había sido tan claro.
Y es que aquella negativa a condenar lo que era un comportamiento propio de golpistas antisistemas fue una de las características propias del zapaterismo que vino después y, que el propio ZP autoliquidó aquel día de mayo de 2010 en el que en lugar de envainarse la receta impuesta por Merkel, Obama y el FMI, contra natura de su propio discurso, no se atrevió a convocar elecciones y se convirtió en el imposible y fracasado gestor de una crisis que sólo él no quiso ver. Por eso ahora, purgado su pecado en el desprecio de unos y otros, ZP se presenta alineado en contra de lo que en esencia él mismo representó durante siete años. El zapaterismo que negaba la legitimidad del adversario con el establecimiento de cordones sanitarios contra el PP, como su heredero el pedrisco del "no es no", liquidó la esencia de la Transición y de la Constitución del 78. Los chicos de Podemos lo hacen mejor, con más teatro y con más coherencia.
Aquellos días de marzo, el PSOE legitimó lo que ahora sus otros herederos, alzados desde el 15-M contra sus propios padres, trasladan día a día en la Carrera de San Jerónimo o ante las sedes del PP. Isabel Rodríguez lo ha visto claro y ha leído los carteles de Cañamero y los escraches de Barcelona casi tan bien cómo Page El entierro del compañero Patxi. Que la cosa dure. ¿O no?