Fernández Vaquero se marca un “romanones” contra Pedro Sánchez
Tras el indiscutible triunfo de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE contra Susana Díaz y sus “baroncitos”, un significado sanchista me decía que si de verdad García-Page estaba dispuesto a asumir lo que la militancia en CLM mayoritariamente había dictado, antes de que acabara el verano, debería mover ficha y remodelar su equipo de gobierno en el sentido que el partido le había indicado. Uno, la verdad, pensaba que ese movimiento consistiría en cambiar el titular de un par de consejerías para colocar al frente a algún significado “sanchista”, y en intentar de nuevo que García Molina, solucionado también su futuro al frente de Podemos, volviera a la senda del apoyo al gobierno, pero desde fuera de él. Si eso no hubiera sido posible, siempre le quedaría el PP y su abstención, que se aplicaría la doctrina, tan mariana del mal menor, ante el horizonte de unas elecciones anticipadas, que se veían en el PP, como una trampa antes que como una oportunidad.
García-Page y García Molina nos sorprendieron a todos con su pacto a la portuguesa, y el primer sorprendido fue el podemita “anticapi” David Llorente, que dos días antes largaba contra la pretensión apuntada por su infiel compañero García Molina de enmendar a la totalidad los presupuestos. Llorente defendía ante la prensa la presentación de enmiendas parciales y la aprobación de los presupuestos para seguir en la oposición, tal y como los dos diputados lo habían hecho durante los dos primeros años de legislatura. En apenas dos horas se pasó de una situación de imposible convivencia a conformar un gobierno de coalición en el que los socios minoritarios tendrían tantas Consejerías como diputados. Un milagro laico de esos que sólo son posibles cuando por el medio anda un secretario general que tiene su mayor inspiración política en una serie de televisión; y a estas alturas de la película todo el mundo sabe que un pacto de tal calado solo ha podido ser posible con la participación directa de los dos secretarios generales, como de hecho ellos mismos han confirmado.
Pero las cosas, tras el 39º Congreso Federal del PSOE nunca serán igual en esa casa, y la reunión entre los secretarios de organización a nivel federal y regional, con el artículo 53 de los flamantes Estatutos Federales por medio, lo demuestra. Afortunadamente para Page, Jesús Fernández Vaquero se acordó a tiempo de don Álvaro de Figueroa, y abortó las pretensiones de José Luis Ábalos de realizar “la obligatoria consulta a la militancia”, con aquella receta que tanto juego le diera al viejo conde de Romanones a lo largo de su vida política en la carrera de San Jerónimo: “Haced vosotros las leyes que yo haré los reglamentos”.
La próxima vez que García-Page lleve a cabo un pacto como el que acaba de hacer con los podemitas de García Molina habrá reglamento de consulta a las bases y no tendrá otra que someterse a las urnas. Bueno… la verdad, después de la jugada de Fernández Vaquero y la manera, que ha tenido de acuerdo al mismo artículo de “pedir permiso a la Ejecutiva Federal como órgano superior para conceder la votación”, uno no lo tiene tan claro.
Por lo pronto habrá asambleas informativas no vinculantes y, mientras tanto, con Sánchez y con Ábalos, Page y Vaquero informan a la militancia, cumplen escrupulosamente la ley suprema del partido y le cascan a la pareja suprema su primer “romanones”. “Vengan días y caigan ollas”, que diría el bueno de Sancho.