Fernández Vaquero y el antifilibusterismo preventivo
Aplicó la vieja receta del administrador de la Taberna del Cojo en la Carrera de San Jerónimo dentro de su propia casa y estaba claro que no le temblaría la mano para imponer la misma receta al adversario en la sucursal que regenta en el convento de San Gil en Toledo: “Haced las leyes que yo haré los reglamentos”. Al novillero Pedro Sánchez, con todas las leyes emanadas del Congreso Federal de su partido en la mano, no le quedó otra con Fernández Vaquero que tragar la fórmula de las asambleas informativas, cuando pretendió imponer que el pagepodemos se votara en todas las agrupaciones socialistas de Castilla-La Mancha. Se le olvidó a Sánchez desarrollar el reglamento de su democracia deliberativa y cayó como un pardillo en el viejo truco de don Álvaro de Figueroa.
Ahora Fernández Vaquero, cual Sancho en Barataria, se lo ha aplicado en toda su extensión a Lorenzo Robisco, y de una tacada se ha autoproclamado presidente de la Comisión de Economía y Presupuestos y ha mandado al pasillo a los diez diputados populares que pretendían deliberar. No hubo lugar siquiera a que los parlamentarios populares amagaran con parlamentar durante horas para estirar el debate como hacían aquellos representantes en la Cámara de los Comunes inglesa y que dieron lugar al nacimiento del término filibusterismo. No hubo lugar. A la primera de cambio Fernández sacó la cachiporra y acabó con la función y los filibusteros. Mano de santo. No hay nada que parlamentar. Todo está parlamentado. Page parlamentó con sus afiliados en sus asambleas informativas y no vinculantes y Molina III con su democracia asamblearia pasada por internet en la que votó hasta mi progre de cabecera, a pesar de no estar afiliado, por deferencia de la dirección. Con la oposición nada que parlamentar en el supuesto Parlamento regional.
Cuando, tras el anuncio del pagepodemos, Guarinos, Cañizares, Riolobos… salieron con aquello de que se nos venía encima la Venezuela de las asambleas constituyentes y otros inventos a lo Maduro, debidos a la particular asesoría de los Monedero, los Errejón y los Alegre, a uno le pareció una de esas exageraciones que tanto gustan a los políticos y que parecen tener especial éxito entre los equipos de comunicación y estrategia de los dos partidos mayoritarios de la región; un estirar el retrato de la situación hasta la caricatura; una pintada callejera de trazo grueso y zafarrinchón de esas que consiguen subir sus colores hasta la cara del más sectario; en fin, algo que parecía inverosímil pero que Fernández Vaquero desde la Presidencia de las Cortes, con la grosera torpeza de su antifilibusterismo preventivo, ha conseguido convertir en una realidad más que creíble.
Se le ha puesto cara de Maduro y será difícil que en lo que queda de legislatura recupere una pequeña parte de la imagen de hombre sensato y equilibrado que algún día pareció tener.