Consejería de Educación de Castilla-La Mancha: de renervios al adormecedor
De lo de “Renervios” tiene el copyrigth el amigo Gustavo Adolfo Muñoz desde que se lo adjudicó por homofonía a una destacada concejala pepera talaverana en tiempos del también homófono Furibundo Berrinches. Son las cosas con las que nos entretenía en el finiquitado Mundo Comarcal de sus disgustos, y con las que ahora lo hace en su El Trolediario.es. El caso es que si en el tiempo presente alguien ha sido una digna heredera del Renervios, esa fue, afortunadamente hoy fuera de la primera línea política, la primera e inefable consejera de Educación de Page, Reyes Estevez. García-Page no tuvo otra ante el cúmulo de problemas que acumuló en unos pocos meses que buscar alguien que, en vez de nervios y conflictos, aportara paz, sosiego y normalidad a un sector que no necesita precisamente a nadie que añada leña a un fuego siempre dispuesto a arder. García Page buscó en el armario de los viejos rockeros y de allí se sacó a Ángel Felpeto, un especialista en calmar aguas y apaciguar fuegos.
Tras unos pocos meses en el cargo parecía que la fórmula había funcionado. Los sindicatos se calmaron, las reivindicaciones de la época de Cospedal desaparecieron como por ensalmo y todo parecía ir sobre ruedas hasta el comienzo del presente curso, en el que el propio pacificador ha tenido que reconocer que, con dos meses de curso cumplido, las plantillas de profesores de muchos centros, sobre todo de Secundaria, no estaban completas y los alumnos correspondientes sin recibir las preceptivas enseñanzas. Sobre Ángel Felpeto han caído todas las críticas y donde antes había comprensión sindical y buen rollito han brotado las críticas.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de ver al consejero de Educación Ángel Felpeto en plena salsa. Asistí, acompañado de una querida amiga, a la presentación de un libro que resumía los cincuenta años de vida de un Instituto de Educación Secundaria que comenzó, como tantos, siendo un Instituto de Formación Profesional. Después de verle en acción no dudo por qué lo eligió García-Page para pacificar un sector tan sensible como el de la Educación; pero también, por qué una parte más que significativa del profesorado empieza a ver la fórmula Felpeto que Page se sacó de la manga con creciente escepticismo.
En el acto, la presentación de un libro en el que el protagonista debía ser el autor y los profesores del centro, Felpeto, el solucionador, ejerció de adormecedor con un discurso pleno de lugares comunes durante casi cincuenta minutos de reloj para desesperación y sopor de los presentes. Simplemente nos anestesió, nos aburrió, nos adormeció. Redujo los cincuenta años a la fórmula Umbral, cogió su libro y nos lo leyó. De pacificador a adormecedor. De renervios a la sedación total.