Dos grandes ayuntamientos de la región presumen de superávit
La noticia no es que dos ayuntamientos cierren sus balances anuales con superávit, sino que cada uno de ellos pertenece a una franja ideológica teóricamente opuesta. En Toledo la alcaldía la ejerce Milagros Tolón gracias a su pacto con la izquierda vestida de Unidos Podemos; en Talavera, Jaime Ramos del PP es alcalde en coalición con Ciudadanos, o lo que queda de ellos tras la escisión y el enfrentamiento con su dirección. En resumen un ayuntamiento de izquierdas y otro de derechas que presumen de un superávit muy parecido en sus cuentas para demostrar la eficiencia de su gestión.
Hace años el inefable Zapatero ya dijo aquello de que bajar impuestos puede ser de izquierdas, una declaración de intenciones a la que Mariano Rajoy contestó nada más aterrizar en La Moncloa subiendo los impuestos que prometía bajar como si fuera el ZP rojo, justiciero y amigo de las mujeres que proclamaba en su pretendida revolución de la izquierda. Ahora, puestas las cosas de la economía en el sitio tradicional de la izquierda por Pedro Sánchez, una alcaldesa de izquierdas y otro de derechas compiten por vender rigor, ahorro y eficiencia con el superávit de sus cuentas.
Y es que ya se sabe que en España desde la Transición acá, como en toda Europa de la II Guerra Mundial a la Europa del brote de populismo y nacionalismo actual, todos socialdemócratas. El inventor aquí de la fórmula de “gobernanza” económica, como gustan decir ahora los politólogos de moda, fue un tal Felipe González con aquello de que el socialismo era que “España funcione”; y, desde entonces, de Aznar a Rajoy, pasando por Zapatero, cada tiempo ha tenido su fórmula económica impuesta a izquierda y derecha con el sello y el olor de la socialdemocracia que fundó el Estado del bienestar. Hubo un tiempo que desde la izquierda se defendía el déficit permanente en todas la Administraciones Públicas, desde los Ayuntamientos al Estado Central, pasando por Autonomías y Diputaciones, y la derecha no se resistió a la tentación de aparecer como insolidaria en cuanto planteaba el equilibrio presupuestario.
Ahora, tras la crisis, el discurso de la austeridad, del equilibrio presupuestario, de la renuncia a seguir engordando el déficit y el endeudamiento, aparece como una fórmula que encaja en el discurso de la socialdemocracia de izquierdas que representa el PSOE y que es intercambiable con las propuestas económicas de la socialdemocracia de derechas que es el PP. Y es que, reconocido por unos y otros el “Estado del bienestar” con sus pilares básicos de pensiones públicas y Sanidad y Educación universales, como el modelo socioeconómico irrenunciable del mundo occidental, en cuanto un político se enfrenta con responsabilidad y sin demagogia a la administración de los recursos de todos, las cuentas dejan de tener color.
Tolón y Ramos nos lo vuelven a recordar estos días.