Comienza el baile de la escoba
Las alianzas más sólidas empiezan a fluir como líquidas. El horizonte electoral que se avecina tiene la culpa. Comienza el baile de la escoba y nadie quiere acabar abrazada a su palo de madera. Los primeros en forzar el paso de baile son los Podemos, los mismos que primero invistieron a García Page, luego rompieron con él y al final acabaron formando parte de su gobierno a la vez que negaban que entre ellos hubiera un pacto de lo mismo. Ahora empiezan a apretar las clavijas para poner en evidencia lo que les separa de un gobierno de García-Page del que forman parte nada menos que con una Vicepresidencia y una Consejería. Han agarrado la tumba del general Franco por las hojas y han exigido a su socio que desentierre a Moscardó y Milans del Bosch de la cripta del Alcázar. “Competencia del Ministerio de Margarita Robles”, enmudecida tras la metedura de pata de las bombas saudíes y las corbetas que se volatilizaban con ellas, ha contestado Page. Cosas del gobierno de Frankestein Sánchez. Nosotros nos lavamos las manos.
Pero el pacto anticospedal con Podemos tiene los días contados. Las dos fuerzas políticas han alcanzado sus últimos objetivos: cerrar el paso al partido que ganó las elecciones y experimentar un rato cómo es aquello de sentarse en el Consejo de Gobierno del Palacio de Fuensalida. Han pisado moqueta y han impedido de nuevo que gobierna la pérfida derecha. Ahora toca marcar paquete por separado y acentuar el discurso en “lo que nos diferencia”, algo que estaba cantado desde el mismo principio del pacto.
Pero si los que venían a regenerarnos tienen el problema de diferenciarse del PSOE de toda la vida, el PSOE de García-Page tiene el problema de desmarcarse de sí mismo. El PSOE de Sánchez vuelve a ser una marca con un grado de toxicidad sólo comparable al PSOE de ZP tras mayo de 2010 y aquellas conversaciones tan entrañables con Obama y Merkel, sobre la quiebra que se avecinaba sobre el país. Ahora, marcar distancia con el doctor Sánchez se ha convertido en prioritario.
Y para ello, nada mejor que una ración de trasvases y otra de recursos contra el BOE y aquella ministra de Fomento que hablaba de los trasvases como un “recurso extraordinario”. “Estamos defraudados”, dicen y no es para menos. En cien días van tres y camino de batir récords en tiempos declarados de sequía en la región.
Y el otro punto, claro, es la fidelidad que Emiliano predica a la Constitución del setenta y ocho y que este año con la excusa de sus cuarenta años celebrará con especial énfasis para irritación de su socios podemitas y la mirada de través de sus compañeros de Moncloa. Diciembre está ahí, y ya anunciado que no se cortará ni ahorrará en fastos. El baile de la escoba.