La hoja de ruta de tres barones y una dama del PSOE
Los barones del PSOE están alarmados. Y entre ellos hay una dama que lo está aún más. No hay un solo medio nacional que no lo proclame. Los cuatro barones principales con mando en plaza callan casi siempre en público, pero se encargan de transmitir su malestar y desasosiego por la deriva del gobierno del secretario general. A partir de ahora lo harán sin cortarse. Comenzarán a lanzar puyas como la última de García-Page en la fiesta de la Policía Nacional recordando donde reside la soberanía según la Constitución vigente, algo que hubiera sido obvio y absolutamente prescindible en otro momento.
Uno de ellos inventó lo del gobierno Frankenstein cuando una investidura con los independentistas y los herederos de Batasuna parecía una quimera imposible. El mote, transmutado en Sanchestein, tuvo el éxito de los apodos que salen desde el ámbito familiar. Los ultimátums de Torra y el goteo de ministros del gobierno bonito tocados por el fuego amigo están colmando la paciencia de Susana Díaz, Javier Lambán, Emiliano García-Page y Guillermo Fernández Vara. Los cuatro se juegan su futuro con una marca detrás que adquiere un grado de toxicidad sólo comparable a la etapa final de Zapatero en Moncloa, por mucho que el doctor Tezanos se esfuerce en convertir al CIS en la principal agencia de publicidad del Gobierno de España.
Y es que si alguien no se ha dado cuenta estamos en otoño, ha comenzado el curso político y este curso no es un curso cualquiera porque culminará el veintiséis de mayo con las urnas colocando a cada uno en su sitio, y estos ocho meses se presentan con una incertidumbre a todos los niveles inédita en nuestros años de democracia.
Y en esa incertidumbre la única “baronesa” que tiene una relativa buena baza de catas en su mano es Susana. El Estatuto de Andalucía le permite jugar con la fecha de las elecciones e impedir la contaminación que llega desde Moncloa. Los demás tienen fecha fija y tienen que resignarse a verlas venir y capear el temporal según vengan las cosas. Nadie se atreve a preveer nada y nadie sabe por dónde saldrá el doctor Sánchez. El único recurso que les queda es dejar bien clara su posición respecto a Cataluña, agarrándose a ese discurso que paradójicamente pusieron en marcha los que ahora son sus principales beneficiarios: desigualdad de trato y agravio comparativo y luego recuperar en los mítines aquella bandera nacional gigante que inauguró la campaña de Pedro Sánchez. No se cortarán en dar leña a los aliados catalanes, pero no mencionarán siquiera a Pedro. A ver si alguno de estos cuatro es capaz de invitarle a una gira. Doble contra sencillo.