Dolores y el coronel Walter E. Kurtz
El comunicado de despedida de María Dolores de Cospedal me ha recordado el discurso final del Coronel Walter E. Kurtz, representado en la película de Francis Ford Coppola, en "Apocalipsis now", por el último y genial Marlon Brando. Que me perdonen las nuevas generaciones por citar una “antigualla” de hace casi cuarenta años. Una de esas películas que hay que ver al menos una vez en la vida.
Por si alguien no lo recuerda, la película está inspirada por el libro de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas” que narra el viaje del capitán Marlowe a través de un río de África a la búsqueda del abominable Kurtz, la encarnación extrema y demoníaca del colonialismo europeo impulsado por personajes como el rey belga Leopoldo II. Francis F. Coppola traslada la acción a la guerra del Vietnam y convierte a Marlow en el capitán Benjamin L. Willard con la piel de Martin Sheen que remonta el Mekong para eliminar al coronel Walter E. Kurtz (Brando). Su delito, hacer la guerra con demasiada eficacia. Ha llevado a sus últimas consecuencias lo que supone hacer la guerra y se ha convertido en el jefe de unas poblaciones que siguen sus consignas religiosamente en el corazón de la selva. Su discurso en cristiano: “Me enviasteis a matar vietnamitas y ahora me reprocháis que haya sido tan eficaz”.
Y es que María Dolores de Cospedal, en la lógica de la mujer de Estado que está convencida de que siempre ha hecho lo mejor para su partido, no ha dudado ni un momento en defender que siempre hizo lo más conveniente para la formación de la que era secretaria general y nunca dudó en buscar toda la información necesaria para protegerlo; hubiera ido al infierno y se hubiera reunido con el mismo príncipe de las tinieblas si hubiera sido necesario; simplemente, como el coronel Kurtz cumplió su cometido con eficacia. No hay nada de qué avergonzarse, nada de qué arrepentirse, nada que reprocharle ni de dentro, ni de fuera. Bajó a las cloacas y se trajo la mordedura de uno de esos cocodrilos que tienen su origen en las respetables casas donde ejercieron de mascotas de los niños hasta que acabaron en la taza del retrete.
Eso sí, el coronel Kurtz Brando, había roto totalmente con su pasado. María Dolores no llegó a tanto. Tenía marido, le conservó a su lado en los peores momentos y le metió en el corazón de la oscuridad para que le sirviera de guía. De eso es de lo único que se arrepiente, porque dice que ahora él sufre ante todo las consecuencias. Al menos se ha salvado un matrimonio y en los tiempos que corren no es poca cosa. Aquí “el horror, el horror” del coronel nihilista y loco como una cabra, se queda afortunadamente en “el error, el error”. Solo hay muertos políticos.