Pedro Sánchez, o el trasvase de un hombre de Estado
El mismo día en el que Emiliano García-Page prometía el doble del agua en Talavera en la presentación de la candidatura del PSOE a la alcaldía, Pedro Sánchez, metido en el traje de hombre de Estado, le respondía con un trasvase de treinta y ocho hectómetros cúbicos para Levante. La bofetada preelectoral al presidente de Castilla-La Mancha solo consiguió su satisfacción al cincuenta por ciento, o la insatisfacción al cien por cien, según quien sea el exégeta emilianiano que interprete uno de esos juegos de palabras que tan bien maneja metido en harina política. En realidad la bofetada de Sánchez la recibieron los municipios ribereños de la cabecera del Tajo, García-Page y Milagros Tolón, la alcaldesa socialista y sanchista de Toledo, a partes iguales. Los primeros han reaccionado decepcionados al cien por cien y todos los demás, con Jaime Ramos, el alcalde de Talavera a la cabeza, no esperaban otra cosa. Los que esperaban que algo hubiera cambiado después de Rajoy, comprobaron la realidad de los hombres de Estado.
Y mira que en este caso y con las tres sentencias del Tribunal Supremo que imponían la obligatoriedad de garantizar los caudales ecológicos en Aranjuez, Toledo y Talavera, el doctor Sánchez lo tenía fácil para mirar para otro lado y no provocar un roto en el discurso de un García-Page, que ha tenido que recurrir a uno de esos malabarismos verbales, tan queridos en la casa, para justificar una insatisfacción al cincuenta por ciento, o al cien por cien. Pero no, Pedro Sánchez puso por delante la cohesión y solidaridad entre las tierras de ese concepto discutido y discutible que es España, por encima de los intereses de su partido y su querido compañero en CLM. Ya digo, un hombre de Estado.
Una de las motos que se nos vendió a los españoles hace nueve meses, junto a la del astronauta, el juez gay y la fiscal feminista fan del Salón Kitty, fue la de un Ministerio de Transición Ecológica que comenzó anunciando el fin del trasvase Tajo-Segura. Desde aquello, nunca, en cuarenta años, se habían producido tantos trasvases. Pero claro, las transiciones hay que hacerlas de la ley a la ley, como bien recomendaba don Torcuato, y además nadie podría protestar por ello, porque como todo el mundo sabe la ley la hizo Cospedal y esto es un Estado de Derecho, y Pedro Sánchez el primer cumplidor de su deber de hombre de Estado. De la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, sabe uno el nombre porque lo acaba de buscar en el Google y porque la respuesta ahora es muy diferente a la de sus principios: “afrontar una reflexión sobre las reglas del juego del trasvase Tajo-Segura y las necesidades de Levante…”.
Ya digo, hombres y mujeres de Estado.