Desconcertante Paco Núñez
Aunque en estas cosas de los asuntos internos, en lo que a la dinámica de los partidos políticos se refiere, es difícil no meter la pata, parece que existe unanimidad al señalar que la última reunión de la Dirección Nacional del PP ha supuesto la liquidación de la era Rajoy, y con ella, la de la que fuera su secretaria general Dolores de Cospedal.
En lo que toca a la región que Cospedal gobernó, lo más significativo de esa reunión ha sido la liquidación de Vicente Tirado y el alineamiento inequívoco del presidente del PP en Castilla-La Mancha, Paco Núñez, con las tesis de Pablo Casado. Hoy, en política, una foto puede valer más que cualquier discurso y la que publicaban algunos medios nacionales, como La Razón, es una buena muestra de ello. En primer plano aparecía el presidente nacional Pablo Casado entre Javier Maroto (nuevo portavoz en el Senado, tras la pirueta del empadronamiento den Sotosalbos) y Teodoro García Egea, el hombre que controla el aparato y la fontanería del partido. En tercera línea, tras el expresidente de Extremadura, asomaba sonriente nuestro Paco Núñez. Por fin, todos de acuerdo y felices de haber salvado el escollo de la portavocía del Congreso a favor de Cayetana Álvarez de Toledo, en una batalla en la que todas las fuerzas, internas y externas a la propia organización, han desplegado toda su potencia de fuego.
Pero si a nivel nacional, la superación de la era Rajoy-Cospedal se entiende como la vuelta a los orígenes fundacionales del PP como aglutinador del centro derecha liberal, con más ideas, más política y más principios, como el medio de combatir al sanchismo o cualquiera de las mutaciones que el socialismo del PSOE es capaz de realizar para sobrevivir, a nivel regional, los primeros pasos dados por Paco Núñez en el ejercicio del lugar de jefe de la oposición en la que le han puesto los ciudadanos de Castilla-La Mancha con sus votos, no parecen estar muy en coherencia con esa línea marcada por Casado.
Es verdad que en España, desde hace unos años, no estamos acostumbrados a que gobierno y oposición se pongan de acuerdo en temas que son fundamentales para el buen funcionamiento del sistema, y que resulta extraño cuando en cualquier institución se produce el consenso; pero también llama la atención que esos acuerdos, en CLM, más que en temas de Estado se produzcan para favorecer la vuelta a situaciones que más que un reforzamiento democrático del funcionamiento de las instituciones parecen concebidas exclusivamente a favor de los políticos.
Es el caso de la anulación de la ley de limitación de mandatos, la recuperación de los sueldos de los parlamentarios, el previsible consenso para volver a un Parlamento con mayor número de diputados regionales o el silencio ante la multiplicación de organismos, altos cargos, o nuevas instituciones que nos llevan a tiempos que deberían haber sido superados.
Cuando Paco Núñez pacta con Page soluciones para problemas como el del agua o busca el entendimiento en temas que son vitales para la región serán pocos los que le nieguen el aplauso; cuando recupera burocracia, privilegios de políticos o elimina controles democráticos como la limitación de mandatos, desconcierta a sus votantes.
De ahí, a acabar como titular de la Consejería de la Leal Oposición a García-Page, apenas hay un paso.