Generación Barrio Sésamo
Barrio Sésamo acaba de cumplir cincuenta años. En España, sin embargo ha cumplido cuarenta y cuatro. Llegó en 1975, un año que es un hito en la memoria de cualquier español con uso de razón en aquella época, como se decía entonces. Fue tres años después, en el setenta y ocho, ligado para siempre a la aprobación de la Constitución, cuando se asentó como programa de versión propia, con unos personajes, que cualquiera con más de treinta y cinco años, identificaría con algún suceso significativo en su vida. Epi y Blas, Espinete, la gallina Caponata, Don Pimpón, Coco, la rana Gustavo y el Monstruo de las Galletas son inseparables del paisaje de la infancia de un par de generaciones de niños españoles, los que hoy andan entre los cuarenta y los cincuenta. Pero además, esos muñecos, tiernos como Espinete, ingenuos como Blas, lógicos y racionales como la rana Gustavo, atolondrados como Coco e imprevisibles y locos como el Monstruo de las Galletas vinieron a abrir una brecha en la educación de la época que fue una verdadera revolución. Los creadores de Coco y Cía, no inventaron el “aprender jugando”, porque aquello ya estaba inventado y en las Escuelas Normales se estudiaba a Montesori, a Piaget a Dewey y a todos los pedagogos de la Escuela Nueva, pero demostraron con la práctica a generaciones de maestros y a estudiantes, como se podía llevar a la práctica.
Epi y Blas nacieron en ese país que es Estados Unidos capaz de producir y representar lo mejor y lo peor de una civilización. En el sesenta y nueve estaba en pleno auge la guerra de Vietnam y una cadena dedicada a la educación, la National Educational Televisión, producía un programa que el maestro y apóstol del pacifismo, Lev Tolstoi, hubiera dirigido encantado en su Yasnaia Poliana. Hoy las aulas de las escuelas infantiles, los antiguos parvularios en los que se contaba aquella ristra de números interminables que llegaban hasta el cuarenta, o se escribía con un pizarrín sobre un trozo de pizarra enmarcado, se han convertido en salas de juegos con rincones en los que late el espíritu festivo y sin sombras de Barrio Sésamo.
Uno está convencido de que la Transición fue posible en España por los cambios de mentalidad que el turismo y la salida y la vuelta de miles de españoles a Europa produjeron, antes que por toda la pretendida lucha de una oposición, que en realidad en aquellos años se reducía a la que impulsaba el Partido Comunista de España. Barrio Sésamo en la única televisión existente y posible en aquellos años representó en la Educación el cambio irreversible que se estaba produciendo. Epi y Blas, Espinete y Caponata, hicieron más por la democracia que algunos de los que hoy se ponen medallas y expiden certificados de demócratas y fachas. ¡Coco Presidente! ¡El Monstruo de las Galletas al CIS!