Los braghettone de la “emergencia climática”
En la catedral de Cuenca, en el curso de la restauración de una de esas obras que han llenado de arte sus muros a lo largo de los siglos, se ha descubierto la obra de un anónimo braghettone que sumar a la historia de la censura en el arte y con la que el difunto Chicho Ibáñez Serrador podría haber escrito un nuevo capítulo de sus “Historia de la frivolidad”, con las que se choteó de los sesudos censores de los amenes del franquismo.
El título de “Braghettone” original lo ostenta en la Historia del Arte, con todo merecimiento, Daniele Ricciarelli, conocido como Daniele de Volterra, y que desgraciadamente para él y su obra ha eclipsado, para una mayoría, una obra más que notable. Su desgracia como artista fue realizar el encargo del papa Pío IV, para tapar la exhibición de genitales que en 'El Juicio final' había desplegado Miguel Ángel Buonarrotti. Él se consideraba el heredero de Miguel Ángel y se puso a recuperar paños y bragas, eso sí, recuperados de diseños del maestro. Al fin y al cabo, coger unos trapos usados y transportarlos de un cuadro a otro era algo común en el oficio de pintor.
En Cuenca, ya digo, se ha descubierto un braghettone anónimo del siglo XVIII, que se encargó de poner dodotis a la nube de angelotes que un siglo antes había pintado, acompañando a la Virgen del Sagrario, Andrés de Vargas (1610-1674), un artista de escuela y buen oficio, acogido al mecenazgo de la catedral. Cuenca ya tiene su “dodotoni”. Cosas de la época y del pensamiento único de entonces. Hoy, la principal censura viene del intento de imponer por la progresía un pensamiento único, incluso en la Ciencia.
Me había propuesto pasar olímpicamente de la feria y el carnaval del clima, pero me resulta imposible callar cuando alguien intenta imponer un dogma y excluir a todo aquel que se resiste a aceptarlo sin más. Por lo pronto, a cualquiera que ponga en duda sus verdades se le ha colocado el sanbenito de “negacionista”. Tienen toda la verdad y no hay nada más que decir. Empezaron con el agujero de ozono y la previsión del calentamiento global, que, para el año, 2010, como el AVE en Talavera, anegaría Nueva York y La Manga del Mar Menor. Luego se conformaron con hablar del cambio climático, algo que como todo lo que sucede en el planeta Tierra se viene produciendo desde que se formó. Ahora les han entrado las prisas por seguir de fiestas, congresos y pillando de los gobiernos de turno, han decretado la "emergencia climática" y avisan de que la gente muere como chinches, como si de nuevo hubiera vuelto la peste negra. Y a cualquiera que se oponga, ya digo, negacionista y el dodotis en la boca como nuevos braghettones. ¡Qué plasta y qué cruz!