Sectarios vecinales, campo y despoblamiento
El otro día, el amigo Jesús Morales Pecharromán recordaba a don Fernando Jiménez de Gregorio y la frase que tanto repetía: “La Geografía manda y la Historia obedece”, a propósito del problema de Guadalupe con el que aterrizará en Toledo el nuevo arzobispo don Francisco Cerro. Don Fernandoera, si no un determinista clásico, sí alguien que siempre ponía por delante la realidad del medio en el que la especie humana había montado su teatrillo de siglos.
Desde hace años, la cosa no es de ahora, cuando agricultores y ganaderos se han lanzado a la calle, uno tiene la impresión de que la mayoría de las soluciones que se pretenden dar a la evidente crisis del mundo rural prescinden de lo obvio: sin la explotación de los recursos del campo a través de las dos actividades fundamentales de toda la vida, agricultura y ganadería, es imposible que la gente siga viviendo en el medio rural. Algo que parece tan lógico y conforme a razón tiene que ser recordado cuando surgen iniciativas en esos dos campos y aparecen movimientos, pretendidamente ecologistas, y plataformas vecinales que se oponen frontalmente y por encima de leyes y normas. Simplemente, no es no. El otro día, en un pueblo de Cuenca, el delegado de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural en la provincia, don Joaquín Cuadrado, dijo que “algunas plataformas vecinales funcionan como una secta”, y uno no tiene otra que darle la razón.
La normativa actual sobre las llamadas macrogranjas es clara y garantista en cuanto a calidad de vida de los vecinos y cuidado medioambiental. Y, sin embargo, en cuanto aparece un proyecto de este tipo, está también garantizada la aparición de una “plataforma vecinal” que se opondrá frontalmente a su instalación. Para ello, ahí están ejemplos como el de Gamonal, en una comarca como la de Talavera de la Reina en la que, precisamente, no sobran empleos.
Pero lo mismo que ocurre en contra del desarrollo ganadero en los pueblos de la que luego se llora España vaciada, ocurre con actividades tan propias del campo como la minería o la agricultura intensiva. Alguien ha dicho que todo lo arreglan con llevar la red 5G pero que sin agricultura y ganadería rentable es imposible que la gente se quede en los pueblos. Y la rentabilidad de las prácticas agrarias y el poblamiento, en muchas zonas de nuestra región, es imposible con el tipo de soluciones que se han dado hasta ahora desde el mundo urbanita.
Hace unos días se daba la noticia de que la Consejería de Desarrollo Sostenible calificaba como medioambientalmente viables las actuaciones de una empresa minera australiana en el Campo de Calatrava, de cara a la búsqueda de minerales que contienen metales como el cobalto, manganeso, níquel y otros imprescindibles en el desarrollo de las nuevas tecnologías… El proyecto parte, al parecer, de otros intentos anteriores en la misma línea. Pues bien, veremos cuanto tiempo tardan en aparecer los sectarios de turno, que seguro que vendrán con una alternativa en la mano.