Buenas noticias en el campo, o no
En un país como el nuestro en el que los periodos de sequía se imponen en la línea del tiempo sobre los que el agua es suficiente o sobra, es una buena noticia la primavera que tenemos. Los primeros en agradecer un abril de aguas mil son los hombres y mujeres que viven del sector agrario y en general todos los que vivimos en el medio rural. Habrá pocos sitios aquí en los que la gente diga y desee que deje de llover. Mientras caiga agua, no pasa nada porque no se atisben las temperaturas del verano. Es una buena noticia que llueva entre tanto desastre aunque para muchos casi pase desapercibido en el confinamiento. Metido en un piso de unos pocos metros cuadrados casi uno desea un tiempo desapacible que te obligue a contemplar el mundo desde la ventana. Da lo mismo que llueva.
Al comenzar la crisis del coronavirus la gente del campo estaba cortando carreteras reivindicando precios justos para sus productos. Unas semanas después la cosa sigue igual. Eso sí, algunos han caído en la cuenta y han reconocido que al lado de la gente del sector sanitario y de todos los que han estado en primera fila para que el colapso en la economía y el abastecimiento hubiera sido todavía mucho más grave, la gente del sector agrario es fundamental. Han faltado mascarillas, hidrogeles y papel higiénico, pero los mercados han estado abastecidos de los productos que vienen del sector primario.
Alguien podría decir que esta era una buena oportunidad para dar al campo lo que el campo da, pero me temo que eso seguirá casi igual que antes. Llueve, pero en comarcas como Hellín en Albacete peligra la campaña de recolección de diversos frutos por la ausencia de temporeros. Lo mismo ocurre con la campaña de recolección del ajo de las Pedroñeras… -un ajo que en estos días es actualidad por estar entre las decenas de ensayos que el Centro Nacional de Biotecnología realiza para tratar la pandemia del covid-19-. Llueve, pero en doscientos ochenta municipios de la región se ha declarado la emergencia cinegética temporal, por una plaga de conejos que amenazan las nacientes y pujantes cosechas de cereal, los brotes de las viñas y las plantaciones de almendros y pistachos. Los ganaderos de caprino y ovino han visto como el cierre de los restaurantes han dejado sin salida a corderos y cabritos…
En el campo, como en la vida, nunca nada es seguro, porque además cuando salgamos de esta, los mismos problemas que ahora parecen no existir ante el problema tremendo que vivimos, volverán a estar ahí para las gentes del campo. Y eso que llueve, se llenan los acuíferos, corren los manantiales y se colman los pantanos. ¡Agua Dios!