La ilustre fregona de Podemos
Nada de lo que le ocurre a Helena Galán Soria, la “aspiranta” al cargo de coordinadora general autonómica de Podemos en Castilla-La Mancha, le coge a uno por sorpresa. Es el “déjà vu” que se repite en Podemos desde que Pablo Iglesias Turriónconvirtió un movimiento que se decía por encima de los partidos clásicos de izquierda y derecha en un partido leninista de esos en los que el principio básico es que el jefe siempre tiene razón. La novedad fue vender el viejo aparato de poder bajo la supuesta modernidad de la democracia directa 2.0., y ya se sabe que cuando a la palabra democracia hay que añadirle adjetivos algo chirría, se disfrace de directa, inversa, adversativa u orgánica, que era aquella que estudiaba uno en los manuales de Formación del Espíritu Nacional de la Editorial Doncel y que firmaba gente como Gonzalo Torrente Ballester, uno de aquellos escritores de Falange felizmente reconvertidos a la democracia sin adjetivos.
Antes que Helena Galán, que había hecho una carrerita en la política municipal, cayera en desgracia por aquello de no remar en la dirección del jefe, ya Fernando Barredo, ese artista feo, encantador, espiritista y sentimental de Podemos, había probado cómo se las gasta el aparato, que no faltó ni un tris para mandarle a disfrutar con el espíritu del visigodo que tiene realquilado en el sótano de su casa toledana. Ahora le toca a Helena, que se define con ironía como la “ilustre fregona”, después de que algunos queridos compañeros le hicieran la “autocrítica”, como a Federico Sánchez se la hizo en Praga un burócrata gris de aquel PCE de la Pasionaria y Carrillo, para convencerla de que una técnica de enfermería no está preparada para semejante responsabilidad. De lo cual uno colige que estos no han leído a Zapatero, que ahora es uno de los más firmes defensores del gobierno del camarote de los Marx, cuando decía aquello de lo “fácil que era ser presidente de Gobierno”.
Total, que como sucede siempre que el aparato de la democracia directa se pone en marcha en Podemos, ya se sabe en qué acabara todo. Denuncias en los comités electorales y las comisiones de garantías que no servirán para nada, participación del diez por ciento de la militancia en la votación por Internet y victoria aplastante e incontestable del candidato oficial que, como siempre, simplemente es el de Pablo Iglesias.
Lo único bueno y ejemplar del espectáculo democrático es que Helena Galán ha tirado de ironía cervantina y ha adoptado como nombre de guerra y campaña el de la “ilustre fregona” (doña Constanza), que si uno no recuerda mal ejercía como tal en la posada del Sevillano, “bajando por la Sangre del Cristo” y por la que bebían los vientos Carriazo y Avendaño. Algo es algo.