La corona de Sancho IV o el nacionalismo delirante
Si no fuera porque desgraciadamente la historia reciente nos enseña con los asesinatos de ETA y el golpe de estado de Puigdemont y cia en qué puede acabar el delirio de traca de pueblo del nacionalismo, tendríamos una vena infinita para la risa.
Muchas veces he contado aquella pintada que parecía sacada de una obra de teatro del absurdo de Ionesco en plena provincia de Toledo: “Españoles fuera de Castilla”, en la que no sé que plataforma reivindicaba a los comuneros de tiempos de Carlos I y su incompatibilidad con cualquiera que se llamara español.
Uno de los más delirantes nacionalismos que hoy brotan por España es el leonés que tiene como programa la separación de su opresor, que en este caso es la Castilla que mira hacia Valladolid y de la que afirman no tener nada en común. Los nacionalistas leoneses reivindican el Reino de León por encima de la Castilla-León autonómica, que es algo así, como si en Toledo hubiera surgido la vena visigoda reivindicando el reino de Toledo. Pero el caso es que el número de leoneses agraviados crece como se ha visto en algunas actuaciones del Ayuntamiento de León y los disparates se suceden. La última ocurrencia la rescata Adolfo de Mingo en La Tribuna de Toledo.
Resulta que una llamada Plataforma Comunidad Leonesa se ha ofendido mucho con un escultor, Amancio González Andrés, que tuvo la mala tentación de inspirarse en la corona de un rey castellano, Sancho IV, para levantar el monumento funerario con el que en Sahagún se pretendía rendir homenaje al rey leonés Alfonso VI. Los castillos que aparecen en la corona reproducida, que para más inri se custodia en la catedral de Toledo donde se enterró el monarca, han desatado la furia de los de la plataforma que claman por el anacronismo y el insulto que supone nombrar a Castilla en pleno León. Ya digo, cosas para echarse unas risas si no fuera por las tragedias que estos ¡viva Cartagena! indefectiblemente traen consigo.
Claro, que esta forma de cogérsela con papel de fumar con la Historia cuando conviene, carece de importancia cuando se trata de crear y alimentar mitos, RH y diferencias con el vecino ,y ahí están los delirios de un tal Sabino Arana para certificarlo. Los nacionalistas leoneses están en ello y lo más grave es que desgraciadamente siempre hay un puñado de ovejas dispuestas a formar un rebaño y a gritar, “castellanos, fuera de León”. Me temo que don Amancio, el escultor, lo va a tener crudo para cobrar la factura. Lo suyo, con la corona de Alfonso VI, el de León, no tiene perdón de Dios. Ya está el hombre buscando otra corona.