Tiempo de EGB. Historia sin nostalgia
El Catón, una revista de Albacete de periodicidad anual de investigación y difusión cultural de los Amigos del Museo Pedagógico y del Niño de Castilla-La Mancha (AMUNI), acaba de sacar un número en el que se recogen los contenidos de la exposición truncada y deslucida por el año de la pandemia “EGB 1970-1990”.
Tuve la oportunidad en su momento de leer, ver y oír en los medios, las reseñas que se publicaron sobre la iniciativa y tuve la impresión de que fue un éxito. La presentación de todo lo que aquella ley trajo consigo se hizo de una forma profesional y equilibrada y afortunadamente a nadie se le ocurrió descalificarla por haber visto la luz en el tiempo en el que lo hizo.
El tema merecía la pena porque no en vano la Ley General de Educación, conocida por el nombre del ministro del final del franquismo que la promovió, Villar Palasíestuvo vigente durante un periodo de veinte años, algo que desgraciadamente no ha sido posible con ninguna de las leyes que la sucedieron ya con la democracia.
La nostalgia casi siempre es un error, pero es difícil que una persona que mira su vida desde la perspectiva del tiempo pasado no caiga en ella. Esa es la gran trampa de la memoria y por eso es tan difícil hacer historia cuando se ha vivido el tiempo que se pretende explicar de una manera objetiva. Sin embargo, tengo la impresión de que en este caso tanto la exposición, como ahora la revista que la recoge no ha caído en ese error, ni tampoco en el contrario de descalificar aquella ley y aquel tiempo por el hecho de estar marcada por el franquismo como ha sucedido con otros muchos temas.
Y es que para los que vivimos aquel tiempo de cambio, ya sea en las Normales de Magisterio que por impulso de la ley se convirtieron en Escuelas Universitarias o los que estudiaron con el nuevo sistema, aquello fue un cambio radical en la línea de progreso que después nadie ha podido perder para bien y para mal.
Si objetivamente se analiza lo que supuso la implantación de la EGB, la renovación en el profesorado, en los métodos de enseñanza, en las posibilidades que se abrían para los niños del mundo rural, en la forma en la que se estructuraba el BUP y la Formación Profesional para que siempre hubiera la posibilidad de cursar cualquiera de ellos, etc. se verá que el sistema funcionaba y que son pocos los que pueden achacar al sistema el no haber aprovechado las posibilidades y las puertas que abría en aquel tiempo a las nuevas generaciones.
Afortunadamente, la exposición y ahora El Catón, han pasado de nostalgias y memorias y simplemente han hecho Historia.