Toledo es una ciudad mágica. Cualquier cosa puede ocurrir y ahí están dos sucesos recientes que lo pueden demostrar. Ayuso, la alcaldesa de Madrid, se reencarna en carne política en Milagros Tolón y un concurso de comer gofres en forma de polla, con sus correspondientes huevos, en una discoteca provoca la convocatoria general de desgarro de vestiduras por parte de esa izquierda que se desvela por la corrección política de la vida sexual del prójimo.
La semana de pasión vuelta del revés porque a alguien se le ocurrió hacer un concurso en el que había que devorar estos gofres penemorfos y la nueva progresía clamó contra la nueva degradación como clamaban los púlpitos antaño. De nada sirvió que en el cartel anunciador apareciera un chico y no una chica, y a la pollagofre se le cambiara el género por pollogofre. La clave en realidad del supuesto escándalo gastronómico sexual no estaba en condenar las prácticas del heteropatriarcado y la degradación de las mujeres, sino en atacar a una concejala rival que trabaja en la discoteca.
En el otro lado, el de la vida real toledana, sin pollagofres ni inquisidores 2.1, hay que reconocer que Milagros Tolón es una rareza en el PSOE de Sánchez. Sanchista reconocida cada vez que tiene ocasión de trabajar en la dirección del líder, nadie lo diría si se examina su gestión y el día a día en el Ayuntamiento toledano. En la práctica y los resultados, que es lo que al fin y al cabo cuenta de Maquiavelo para acá, su currículo es impecable. Luego remata esa labor con una imagen muy lejana de lo que en la España de hoy representa su referente político. Nadie vería una sanchista recalcitrante en esta mujer capaz de ganar elecciones en una ciudad en la que teóricamente el peso de la tradición sigue estando presente como un componente fundamental de la idiosincrasia del toledano.
Por eso no le extraña tampoco a uno mucho que lo que hace unos meses vimos en la acera de enfrente y con protagonistas madrileños se repita ahora con Tolón, reconvertida en la Ayuso que reclama para sí lo que hasta Bono ha tenido que recordar para poner un poco de sensatez en el asunto: lo natural es que la alcaldesa de Toledo sea quien presida el partido en Toledo.
Y es que como ocurre siempre con estos versos libres, es difícil no ver detrás de ellos la sombra de la ambición. Si alguna vez a Emiliano García-Page se le fuera el partido de las manos, nadie duda que Milagros Tolón sería la alternativa. Un político sin ambición no es nada. Tampoco lo es sin enemigos a la altura.