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Ciudades y futuro

6 junio, 2017 00:00

En Madrid un grupo de expertos se reúnen para hablar de los retos del las ciudades en el futuro. En Toledo, desde hace unos días, un grupo de expertos se reúnen para hablar de la ciudad. Sobre todo de uno de sus barrios: el centro histórico. El más débil, el más amenazado, el más valioso. Y, además, inmerso en un proceso, imperceptible para unos y clamoroso para otros, de despoblación. En Madrid los expertos se reúnen convocados por la Fundación Norman Foster, que se ha instalado en la capital. Un acontecimiento importante, sin lugar a dudas. ¡Ojalá hubiera muchos más así! En Toledo, los expertos se reúnen convocados por la Biblioteca Regional y la Asociación de Amigos de la Biblioteca. Nada que ver  con la entidad situada en Madrid y con el nombre que convoca. Aquí, más modestos. En Madrid, el foro de debate lleva por título “Future is now” (El futuro ya está aquí). En Toledo las jornadas se denominan “Toledo en cien años”.

En Madrid se enuncian los grandes retos de las grandes ciudades y megalópolis: desigualdades, falta de inversiones en infraestructuras, servicios básicos, formación de guetos, gentrificación. Y, también el papel que desempeñarán en ese futuro las nuevas tecnologías. ¿Contribuirá la tecnología a resolver los problemas de las ciudades o los empeorará? Algo similar se plantea en Toledo. Hay quienes, no se sabe si por pereza mental o por otras causas, no se atreven ni con las tecnologías, ni con el presente ni con el futuro que ya está aquí. Lo que vaya a ser el centro histórico de Toledo en cien años habría que intuirlo en el presente, porque cien años son nada y el peso  del casco histórico de Toledo desafía a todas las imaginaciones y, por supuesto,  a todos los recursos disponibles. Algunos eluden la cuestión recurriendo a un refrán: dentro de cien años todos calvos. Una forma chusca de no querer implicarse. No sabemos cómo será Toledo, el centro histórico, dentro de cien años. Existen tantas variables, que pueden contribuir a su esplendor o su ruina, que resultan imposibles de prever. Pero una de las apuestas debe consistir en confiar en las nuevas tecnologías. Pueden resolver muchos problemas actuales y venideros. Facilitar la recuperación de la población. Y que conste que no se trata de poner más semáforos. Los que hay habría que quitarlos. O muchos sensores. O placas energéticas o aparatos para medir la contaminación. Es más que todo eso. Supone un concepto de ciudad en la que las nuevas tecnologías potencian la gestión de un patrimonio cultural ingente y de un perímetro urbano inabarcable y se ponen al servicio de los habitantes de la ciudad o del barrio. Hablamos de “smart cities” a gran escala.

Lo que sea Toledo en el futuro dependerá de este enfoque. En Madrid hacen cosas muy importantes, es la capital de España. En provincias se hacen cosas más discretas. En Madrid, todo tiene gran repercusión mediática. En Toledo sólo se trata de reflexionar sobre la ciudad histórica y cómo será en el futuro. Nada más y nada menos. Aunque aparentemente resulte menos apasionante que resolver los problemas de las megalópolis. Y eso sí, lo que vaya a ser o no ser el centro histórico de Toledo en el futuro será responsabilidad de todos. Incluido los que se hayan quedado calvos.