Capilla Sixtina CAPILLA SIXTINA

Toledo verde, Toledo azul

13 junio, 2017 00:00

Así lo enunció Antonio Zarate. Aunque no sabemos si lo que dijo era un sueño,  su sueño, un deseo, su deseo, o, lo más probable, ambas cosas a la vez. El profesor y geógrafo Antonio Zarate fue el ponente de la tercera conferencia que, dentro del ciclo “Toledo en cien años”, se desarrolla en la Biblioteca Regional de Castilla-la Mancha. Pero, enunciados sueños y deseos, sobrevoló con proyectos más pragmáticos y conceptualmente más universales. Y así afirmó con rotundidad (algo que ya sabíamos) que Toledo no tiene ni ha tenido  “un proyecto de ciudad”. Se ha hablado a lo largo de estos años de ello, pero se ha revelado más una distracción diletante que una realidad posible. Cada Corporación municipal ha actuado bajo su propio criterio o ha respondido a los intereses y presiones de quienes podían hacerlo. Lo cual ha desencadenado rumbos erráticos. ¿Resultado de tanto error? Qué las peores predicciones para el casco histórico se están cumpliendo. Ya existen barrios vacíos del centro histórico con algún vecino que otro atrapado voluntaria o forzadamente en un entorno despoblado.

Asistimos a la materialización no verbalizada de un parque temático. Nadie  aceptará que bastantes de las rehabilitaciones realizadas están contribuyendo a ello, no a fijar, y menos incrementar, población. El casco histórico no ofrece ninguna ventaja competitiva para ser habitado respecto a otros barrios. Incluso hasta las administraciones públicas  se están alejando del centro histórico. Con esto último se constata que también ha fallado uno de los efectos que se manejaron en su momento, cuando Toledo, en disputa con otros lugares de la Región, apostó firme por la capitalidad. Ningún proyecto unitario, pues, ha gravitado sobre el centro histórico, lo que ha originado la ciudad que Antonio Zarate denomina “ciudad archipiélago”. Es decir, una ciudad dispersa, cuyos espacios vacíos algunos sueñan con colmatar de edificios impersonales, pero rentables. Frente a esas tesis obsoletas o meramente especulativas, Zarate defendió dos valores esenciales que convierten a la ciudad en única: el paisaje (verde) y el rio (azul). Es más, esbozó una teoría revolucionaria. En estos momentos de búsquedas de identidades localistas, la peculiaridad de Toledo, el elemento diferenciador, es su paisaje. Por supuesto, un paisaje construido por el Tajo, que hay que conservar y proteger – lo mismo que el río- para no  degradar más ese rasgo identitario.

Antonio Zarate nos ha introducido en una nueva visión de una ciudad única. Afortunadamente la explosión de la burbuja inmobiliaria explotó también un proyecto disparatado de urbanismo. Entre tanto, en el año 2000 se aprobó el Convenio Europeo del Paisaje. En España entró en vigor en el año 2008. Nos hemos adentrado en un tiempo en el que las ciudades ya no se miden por unidades habitadas, barrios, sino por la relación que esas unidades, en equilibrio generoso, establecen con su paisaje. Un paisaje variado el de Toledo (de montaña, de vegas y de llanuras), cuyo constructor fue el río. Convertir el paisaje y el río en  Patrimonio de la Humanidad sería convertir en un Gran Proyecto los  sueños de Zarate y de otros muchos. Y, además, la consolidación de una identidad exclusiva.