Capilla Sixtina

Bonita mortaja

25 julio, 2017 00:00

En Toledo, siguiendo al profesor Márquez Villanueva, se creó un instrumento de entendimiento común que se denominó “Lingua Tholetana”. Una forma de expresión universal (koiné), resultado popular de la evolución fonética del árabe, el latín y el hebreo. Un afluente de la caudalosa lengua romance castellana. Por ese lugar de prodigios intelectuales en siglos no menos prodigiosos transcurría un río llamado Tajo que, como miríadas de orfebres geológicos, había construido la ciudad. El río había edificado la ciudad y sus paisajes, no al revés. Ahora, ya en pleno siglo XXI, por el cauce de aquel río arquitecto apenas discurre un líquido degradado, mugriento, contaminado. Ni siquiera agua. Es el resultado de varios factores determinantes: los detritus sin depurar de afluentes y arroyos de la megalópolis de Madrid y otros territorios que vierten en la cuenca; la privación de aguas limpias derivadas para usos varios, entre otros lugares, a Levante; la insensibilidad brutal medioambiental de los sucesivos gobiernos de España y la inexistente capacidad reivindicativa de las instituciones públicas y de la ciudadanía afectada. Todo desgracias.

Pues bien, en esa ciudad que fue capaz casi de inventar una lengua, en el año 2009 la Confederación Hidrográfica del Tajo, a la que solo le interesa el agua que trasvasa, presentó un proyecto insultante ya desde el mismo título “Take me to the river”. ¿Cómo calificar tanta estupidez idiomática? El proyecto, en realidad, lo que pretendía era disfrazar, una vez más, la realidad de un río muerto. El proyecto se estancó. No sabemos si por su propia pretenciosidad, por el rechazo de varios estamentos o, lo más probable, por los recortes que se aplican desde entonces a la economía española. Lo delirante, sin embargo, es que en el año 2017 el Ayuntamiento haya vuelto a resucitar ese proyecto memo, cursi y tramposo, o una parte del mismo. ¿Qué pasa en el Ayuntamiento de Toledo?

El proyecto rescatado de manera insólita ha sido rechazado por la Plataforma de Defensa del Tajo, calificando al mismo como “bonita mortaja”. Se ignora quién o quienes hayan sido los inventores de la expresión. Es una muestra del potencial léxico del castellano para definir un proyecto que oculta un problema de dimensiones nacionales: la contaminación intolerable de un cauce por el que, en otros tiempos circulaba un río benéfico, mítico y mitológico. Pero, para que no sea el autor el que hable, mejor reproducir las palabras del presidente de la Plataforma que considera que “pretender recuperar en todo o en parte ese proyecto es apostar por el engaño, por el autoengaño y por la frivolidad, amén de seguirle el juego a quienes ponen el dinero del Tajo para mantenerle en su cautiverio y agonía, pero no para velar por su salud…”.

Colocarle una bonita mortaja. Así de claro, dicho sin chorradas en inglés. ¿Qué pasa en el Ayuntamiento de Toledo?