Persiguiendo a Sánchez
Cuando escribo este texto sobra material para elegir. Se puede escribir sobre los dislates de Trump –política internacional, menos comprometido– o sobre el comportamiento errático del Sr. Rivera, política nacional. Que el Sr. Trump haya revelado que mandó atacar Irán, y que diez minutos después cambiara la orden, nos sitúa antes escenarios de película B en la que o unos militares locos o un presidente trastornado juegan con el futuro de la humanidad. Lo terrorífico es que empezamos a comprobar que la ficción B puede hacerse realidad A. La destrucción puede ser nunca vista, ha dicho Trump. Lo que da para imaginar un Apocalipsis cercano o para tomarse unas cervezas, esperando las estrategias extravagantes del presidente de los EE.UU o los comportamientos envenenados de los partidos de derechas en España.
Los fantasmas del pasado persiguen a Pedro Sánchez. ¿Quién le iba a decir que llegaría a ser presidente de gobierno sobre el vuelo de un eslogan sencillo y pegadizo como el “no es no”? Ahora ese fantasma ha vuelto, pero para colocarse tras su figura de éxito. El primero que lo anunció fue Rivera: “No a Pedro Sánchez”, gritó al comienzo de la campaña electoral. “Con Rivera, no”, devolvieron el grito los reunidos en Ferraz tras el triunfo electoral de Sánchez. Paradojas e ironías. Rivera ha recuperado el “no es no” que Sánchez enarbolara, tal vez con la ilusión de que a él le suceda lo mismo que a Sánchez. Total, que Pedro Sánchez hoy es Rajoyhace apenas unos meses. Tal vez por eso Rajoy le ha echado una mano, sugiriendo que Ciudadanos facilite la constitución del Gobierno. Hoy, como en los tiempos de Rajoy, la estabilidad del país se sitúa al borde del precipicio. Rajoy convocó nuevas elecciones que nada resolvieron. Y ahí surgieron los problemas de Sánchez. O el PSOE facilitaba la gobernabilidad o no había salida. ¿Recuerdan los meses feroces que se sucedieron o los han olvidado?
Si el Sr. Sánchez consigue formar gobierno, al margen de Ciudadanos y PP, lo hará con rojos radicales, con independentistas catalanes, con filoetarras, con Bildu o con nacionalistas irredentos. Claro, que esa será bazofia exquisita a emplear por Rivera y Casado para alimento de patriotas enfebrecidos por traiciones varias, venta de España por parcelas y discursos que se mueven en los límites de las esquizofrenias centralistas y autoritarias. Un desbarajuste. Continuaremos en el bucle del que no salimos desde los tiempos alegres del “no es no”, solo que con personajes cambiados. La política es así de guasona. En medio del caos, para algunos, sinónimo de pluralidad, se echa de menos que nadie relevante del PSOE haya realizado declaración solidaria de ayuda o apoyo a las pretensiones de Sánchez. Otro fantasma, el de la soledad partidaria, persigue a Sánchez. Se encuentra solo, cada líder territorial enzarzado en sus maniobras de poder, tanto externas como internas, a la expectativa de lo que le ocurra a Sánchez. Y como la ambición y el rencor suelen dispararse cuando los vuelos políticos son rasantes, ¿quién no sueña en el PSOE, y en otros lugares, con suceder a Sánchez o pasarle facturas pasadas?
Sánchez se enfrentará en los siguientes días a la decisión de formar gobierno con una compañía que le abandonará a la mínima o repetir elecciones. Pero sí convoca elecciones será una locura como lo fuera con Rajoy. Un poco más grave, porque han pasado algunos años. Una vez más, le quedan la soledad y la suerte. A nosotros nos toca contemplar, desde las terrazas en las que aliviamos el calor, con una o varias cervezas delante, los fantasmas que persiguen a Sánchez. ¿Hubiera sido más inocuo escribir sobre Trump?