Pactar con quien se puede
Se pacta con quien se puede no con quien otros creen o imaginan que sepuede pactar. Felipe González no fue capaz de pactar con el Sr. Aznarninguna política de Estado, incluida la lucha contra el terrorismo de ETA.¿Había algo más importante en la España de entonces que detener loscrímenes de ETA? La oposición iba a ser total, declaró solemne, el Sr Aznar.Para ello contó con la colaboración entusiasta de varios directores de mediosde comunicación y con la connivencia equidistante de quienes les siguieron elroyo para no quedarse fuera de onda. Aznar con su fórmula feroz llegó a serpresidente del Gobierno.
Otro tanto le ocurrió al Sr. Zapatero. El Sr. Rubalcaba, al que la derecha ha elevado, tras su muerte, a altares de lirica de cocodrilo, no pudo conseguirpacto alguno para la disolución de ETA. ¿Había algo más importante en laEspaña de entonces que la desaparición del terrorismo de ETA? Rajoy con lamisma fórmula feroz llegó a presidente del Gobierno. El Sr. Casado repite losprocedimientos de sus antecesores, que tan buenos resultados les dio. Y, conidéntico patrón, anunció: como somos oposición no puede darse ningún pactocon el Gobierno. ¿Hay algo más importante en la España de hoy que combatirunidos una pandemia y la crisis económica que ha provocado? ¿Serían razones suficientes para haber llegado a acuerdos en los PresupuestosGenerales del Estado? La otra cuestión es de qué hablan quienes, sinpertenecer a la oposición, niegan cierto tipo de pactos. Sí, con losantecedentes descritos, está confirmado que con la derecha no se puedepactar por su negativas estratégicas, ¿qué es lo que proponen? ¿No presentarlos Presupuestos Generales del Estado? ¿Negarse a su aprobación con otrospartidos? ¿Convocar elecciones? Supongo que nadie cree el discurso de
Ciudadanos. Son sabidas las tensiones internas, con amenazas de ruptura, si se pactaran los Presupuestos con el gobierno.El Sr. Casado actúa en nombre y representación de la derecha que, entienden,detentan en exclusiva entre otros los valores del patriotismo hispano. A ellosles corresponde administrar las cedulas de socialistas, buenos o malos,patrióticos y no patrióticos. La historia también se reitera. En tiempos de UCD,se calificaban a los socialistas en “guerristas” (socialistas malos) y “felipistas”(socialistas buenos). Avanzando los años, y ya sin Guerra, los “felipistas” seconvirtieron en los malos. Más tarde lo serían los “zapateristas”. Ahora, enversión patriotera, los “sanchistas” no son socialistas patriotas y quienes seopongan a Sánchez serán socialistas patrióticos.
Conclusión primera: la política española se mueve en un “bucle ensimismado” en el que los argumentos, las estrategias y las descalificaciones se reproducencon pequeñas, pequeñísimas, variaciones que nos mantienen enzarzados enpeleas yermas.Conclusión segunda: el país no avanza en sus desarrollosdemocráticos, por el bloqueo permanente de la derecha en sus campañas parallegar al gobierno.Conclusión tercera, la democracia deriva cada día más haciaposturas uniformes y autoritarias en un país que parece añorar su pasado. Unpasado que fue una dictadura.Conclusión cuarta, las diferencias de criterios(legítimas) de entender la acción de gobierno en la izquierda no debierancoincidir con objetivos, tiempos e intereses tácticos de la derecha. Porque lasdiferencias, entonces, perderían la legitimidad de la divergencia paraadentrarse en territorios de intereses más perversos. Entre tanto, como ruidode fondo, espeluznante y brutal, reaparecen algunos de nuestros fantasmasseculares y horrendos: un general jubilado ha sostenido entre militaresjubilados que para salvar a España “no va a quedar más remedio que fusilar a26 millones de hijos de puta”.