Va de política, lector
Este año, como cualquier otro, va ir de política, aunque se impondrá el ruido, mucho ruido, interior y exterior, y lo confundiremos todo. Así que vayamos a la política. El Sr Sánchez, Secretario General del PSOE, quiere ganar la Generalitat o conseguir la mejor posición política para el PSC. Quiere también ganar las siguientes Elecciones Generales. ¿Es un ambicioso patológico por eso? Ganar elecciones es uno de los objetivos de los partidos políticos. El Sr Casado, presidente del PP, en la oposición, quiere para su partido exactamente lo mismo que el Sr. Sánchez. Coinciden en el fin, pero difieren en ideología y estrategias. El Sr Sánchez presenta para la Generalitat al Sr. Salvador Illa. Se le considera el mejor candidato. El PP, como no puede aspirar a nada en Cataluña, roba candidatos de otros partidos. A pesar de lo deshonesto de la actitud, considera que o puede mejorar sus resultados o debilitar al competidor. ¿Es un ambicioso patológico el Sr. Casado?
El Sr. Rajoy dejó la política nacional estancada en una Cataluña que habían empantanado independentistas y soberanistas. Decidió no hacer nada y que fueran los jueces quienes tomarán decisiones, aunque resultaran cuestionables por su proximidad con la política. Desde entonces Cataluña está bloqueada y España desestabilizada. Cataluña y País Vasco son fundamentales para que el PSOE pueda ganar las siguientes Elecciones Generales. No así para el PP. Este partido puede conseguir el Gobierno de España con pocos votos en ambos territorios. El fenómeno electoral no se puede obviar para comprender las diferencias y coincidencias de unos y de otros. De ahí los discursos contra catalanes y vascos cuando gobierna el PSOE.
Para intentar desatascar la cuestión catalana, el Sr Sánchez sondea la posibilidad de indultar a los condenados del procés. Lo justifica en un dialogo que acabe con esa extraña situación de un territorio desnortado y un país desestabilizado. Y, además de desbloquear un conflicto de años, considera que Cataluña puede formar parte del proyecto político de España. Lo que no le gusta nada al PP, porque saben que sin esos apoyos, quienes pueden gobernar en España son ellos. Ambas decisiones, tanto la de Sánchez como la de Casado, son estrategias opuestas para conseguir un mismo fin: que uno pierda y el otro gane. A unos ciudadanos les parecerán bien las estrategias del Sr. Sánchez y a otros les parecerán bien las estrategias del Sr Casado. Y, aunque no exista el blanco o el negro, quienes coincidan con el PP serían de derechas, y de izquierdas quienes coincidieran con el PSOE. La relación entre diferencias y coincidencias serían de naturaleza ideológica.
Por lo anterior, al lector, ¿le parecería razonable intentar resolver el conflicto de Cataluña con dialogo o dejar las cosas como están hasta que se pudran? Ambas estrategias implican riesgos. Puede que los independentistas, indultados, repitan sus movimientos para volver a empantanar otra vez Cataluña y desestabilizar España. Pero también pueden hacer lo contrario. Paul Preston tiene escrito que “el separatismo catalán se alimenta de la intransigencia centralista de Madrid.” De estas cuestiones va la política, no de ruido mediático. Sabemos por experiencias internacionales y por las propias que los conflictos territoriales se atenúan o desaparecen de la agenda política mediante el dialogo. Así que el lector tendrá que coincidir o diferir de las estrategias que promueve el PSOE o de las que propugna el PP. Lógicamente, sus coincidencias o discrepancias dependerán de sus creencias políticas. Compartir las dos opciones no parece posible. ¿Se puede ser a la vez de derechas y de izquierdas? Es verdad que la política, en ocasiones, se vuelve tan elástica como el chicle. Se mastica y después se tira.