CARTA ABIERTA A PAGE - María Teresa Pino Jiménez (1 de diciembre de 2017)
Estimado “amigo” Emiliano García-Page Sánchez: Mi reciente incorporación al Plan Extraordinario por el Empleo que el Gobierno regional ha puesto en marcha en colaboración con las Administraciones Locales no es, en absoluto, una grata noticia para nadie, y menos grata fue mi sorpresa al recibir y leer su carta. Ya no puedo callarme más: me asfixio. Intentaré, en la medida de lo posible, describir aquí y ahora la precariedad en la que me he visto envuelta.
Todo empezó mucho antes del 25 de Septiembre de 2017. En la incansable lucha por el mantenimiento de mi familia esperé de pie, estática, durante horas y con el corazón en un puño, mi turno en interminables colas de personas. Sí, personas, que es lo que somos, o lo que ustedes nos permiten ser –aunque cada vez menos –, pero desde luego lo que queremos ser y como queremos que se nos trate; una idea muy alejada de la suya, más cercana a una mera cifra para su programa electoral.
Cuando por fin vi mi nombre en las listas no llegué a imaginar lo que se me venía encima. Todas las mañanas, de lunes a viernes, me levanto a las 6:00 para ir a retirar desechos humanos provenientes de casas de dudosa legalidad, depositados en un riachuelo no precisamente cerca de mi domicilio. Todas las mañanas, de lunes a viernes, mi hija se levanta a las 6:00 conmigo y todas las mañanas su tía viene a recogerla para llevarla al colegio porque mi trabajo no me ofrece conciliación familiar. Todas las mañanas mi hijo se levanta a las 4:45 para coger un autobús a Madrid (él estudia filología en la Universidad Complutense de Madrid y no nos podemos permitir pagar otro alquiler más). Todas las mañanas por un sueldo que roza la miseria. Le agradecería que me explicase, si es posible, qué cambio duradero, qué perspectivas y qué futuro vamos a tener mis hijos y yo después de seis meses de penuria salarial; y por supuesto le pediría una explicación inmediata, pues si algo no tenemos, es tiempo. Tenemos que comer, eso sí. También tendremos que comer dentro de seis meses, y el control de desechos en riachuelos no me aportará ningún tipo de proyección laboral futura. Déjeme pedirle una última cosa: Si aún le queda algo de vergüenza, siga leyendo.
Me gustaría remarcar el carácter caótico y aleatorio de los criterios utilizados para repartir a la gente en las diferentes áreas del Plan de Empleo: yo, licenciada en Gestión y Conservación del Patrimonio por la Universidad de Castilla-La Mancha, pesando 49 kg, midiendo 1’55 m, habiendo perdido movilidad en parte de mi brazo derecho (discapacidad física acreditada, informes presentados), me hallo manejando pesadas herramientas y aparatos desde primera hora de la mañana a apenas dos grados de temperatura. El problema, si cabe, se agrava significativamente cuando en vez de ser una, somos muchas. Por supuesto, viendo la espantosa organización, no cabía esperar menos del uniforme de trabajo: Un pantalón, un polo de manga corta y una sudadera, no siendo, ninguna de las tres prendas, ropa térmica. Le animo, estimado “amigo”, a que nos acompañe en nuestra jornada laboral durante una semana: para entonces igual conozca “esta realidad tan difícil”.
Comenta usted que mediante este Plan pretenden que “recuperemos las sendas de nuestras vidas”. Ahondando un poco más en mi situación personal, he de decir que ya recuperé la senda de mi vida en su totalidad hace dos años, cuando, huyendo del maltrato y acoso de mi ex-marido, llegué a Talavera en busca de apoyo familiar y de una vida nueva. Tanto mis hijos como yo somos auténticos supervivientes, y no estamos dispuestos a dar las gracias por la limosna que ustedes nos ofrecen en vajilla de porcelana. Por supuesto que acepto el empleo con orgullo: el orgullo de una madre que se levanta cada mañana por sus hijos. Semejante insulto a la dignidad no hace más que mantener a las 600 personas del Plan de Empleo (600 personas de 10.000 parados actuales en Talavera) estancadas en su situación actual, muchas veces cercana a la indigencia. Y, por si fuera poco, tienen la desfachatez de escribir las palabras cínicas que he tenido la desgracia de leer, y que todos hemos leído. Su Plan no es más que una pantomima, un oprobio, ignominia en su mayor grado. Es un ataque a la razón humana porque ustedes nos toman por tontos cuando no lo somos. Al final, la voluntad acaba doblegando a la historia. Si algún día salgo de mi situación será por mi fuerza y mi perseverancia, no por las sobras de ningún amo.
Sigan así, pero permítanme realizar un pequeño apunte: Hace ya mucho tiempo que dejó de ser cuestión de izquierdas o de derechas. Ahora, por fin, toca humanidad.
Reciba un “cordial” saludo y mis “mejores” deseos.
Talavera de la Reina.