Mal enemigo se ha echado Pedro Sánchez en Castilla-La Mancha, o no
Pedro Sánchez derrotó una vez a Emiliano García-Page en las primarias que devolvieron la secretaría general del PSOE al actual presidente del Gobierno de España. Pero entonces la líder del sector que se enfrentaba a Sánchez era Susana Díaz, no Page. Ahora es el presidente castellano-manchego el que se ha alzado con la bandera crítica a Sánchez dentro del PSOE, sin que nadie por el momento le secunde y sin saber hasta dónde está decidido a llegar en este proceso en el que su disidencia va creciendo de forma paulatina frente al Gobierno de España. Puede ser algo puntual y sin mayor trascendencia, pero son numerosos los datos y los ejemplos de la actuación de Page que no parecen dejar dudas al respecto.
Uno de ellos, y desde luego no el menos importante, es la foto de García-Page en Fitur con dos barones destacados del PP: Alberto Núñez Feijóo y Alfonso Fernández Mañueco, presidentes de Galicia y Castilla y León, respectivamente. No tendría ninguna importancia si no fuera porque es la única foto de Page con otros presidentes autonómicos en una feria en la que han estado prácticamente todos, tanto socialistas como “populares”. Y también porque fue aquí donde Feijóo elogió al líder socialista castellano-manchego y dijo que echaba de menos que Page " hable un poco más porque eso es bueno para el PSOE, para Castilla La Mancha y para España". Nada más y nada menos. Page sonreía junto a los dos dirigentes del PP de forma tan sincera y natural que parecían camaradas de un mismo partido.
Pero además de fotos ha habido palabras y gestos. Las declaraciones de Page amenazando con llevar a los tribunales al gobierno nacional si no pagan lo que deben a la región debió sentarle como cuerno quemado a Pedro Sánchez, que a través del delegado del gobierno en Castilla-La Mancha le mandó un recado por si acaso. Nunca un delegado del Gobierno nacional ha llamado al orden a un presidente de Castilla-La Mancha de su propio partido. Solo Pedro Valdecantos se enfrentó a Bono –nunca públicamente- y le costó el puesto.
Horas después de la amenaza Page volvía al ataque, pero con un asunto nacional. La Vanguardia lo contaba así: “El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, se ha convertido en un barón crítico con muchas de las decisiones del Gobierno con respecto a Catalunya y lo expresa con libertad. Lo ha vuelto a hacer con el último planteamiento del Ejecutivo de coalición de reformar el Código Penal para reducir las penas por sedición y elevar las de rebelión: `Si lo que se está pretendiendo es aguar el delito de sedición es tanto como invitar que se haga todos los fines de semana´, ha advertido”. Un medio pro independentista titulaba: “García-Page tacha a Sánchez de mentiroso y se alinea con el PP” y le atacaban duramente, mientras en el entorno de Page se comentaba que “cuanto más vemos que dicen esto en Cataluña, más seguros estamos de que nuestros paisanos nos dan la razón”.
Page habla para sus electores castellano-manchegos sin olvidar que le escucha toda España. Desde la sede nacional del PSOE le recordaban que la eventual rebaja del delito de sedición no forma parte de sus "responsabilidades", como si la reforma del Código Penal de España no afectara a todos los españoles.
Hay quien opina que Page se está enfrentando a Pedro Sánchez presionado por Ciudadanos para mantener el pacto suscrito con ellos en varias capitales de Castilla-La Mancha y en algunas de las localidades más importantes de la región, pero se antoja poca cosa como para arriesgar tanto ante el gobierno de España y ante la actual y férrea dirección nacional de su partido. Lo que realmente parece es que Page está defendiendo principios que ha defendido siempre y que con ello, además de atraerse un electorado conservador como es el castellano-manchego, está buscando mayor protagonismo en la política nacional a base de convertirse en el Pepito Grillo ante medidas concretas de un Gobierno de coalición en la que hay socialistas, comunistas e independentistas, entre estos últimos el ministro de Albacete Manuel Castell.
Y como quiera que Page no da puntada sin hilo y que a lo largo de su vida política ha arriesgado lo mínimo imprescindible, hay quien opina que algo debe ver en el futuro del gobierno de coalición y de su propio presidente que le hace pensar que no tendrá mucho recorrido y que ante una eventual debacle él puede ser una alternativa sólida al socialismo que está por venir. Pudiera ser, pero seguramente se trata de algo más sencillo: Page defiende sus principios, se enfrenta en solitario en determinadas cuestiones a Sánchez y se hace fuerte ante algunos de los debates que están por llegar y que afectarán directamente a Castilla-La Mancha, como la financiación autonómica o el problema del agua.
Si además lo que quiere es llevar lo más lejos posible su pulso a Pedro Sánchez, éste se habrá encontrado con un enemigo poco común que no ha hecho más que ascender en su larga trayectoria política y que ha dejado a todos sus rivales en la cuneta, incluyendo a los de su propio partido en la región. Lo que pasa es que también Sánchez es una figura atípica que hace el camino de ida y vuelta con una facilidad pasmosa y sin que se le ponga nada por delante. Precisamente a Page le pueden traicionar los principios frente a alguien que parece desconocer el sentido del término.